Mientras las fuerzas federales y estatales reportan decomisos de drogas, artefactos ilegales y equipo de videovigilancia no autorizado, las cifras y los contextos revelan algo más preocupante: la persistencia de un sistema paralelo de control territorial, alimentado por el crimen organizado, que ni los operativos más frecuentes han logrado desarticular.
Fue en las últimas horas de este sábado 5 de abril, que la SSP (Secretaría de Seguridad Púbilica del Estado de Sinaloa), informó que, el grupo interinstitucional, integrado por elementos del Ejército Mexicano, Guardia Nacional, Marina, Fiscalía General de la República, Fiscalía estatal y Secretaría de Seguridad Pública, realizó dos operativos en los municipios de Culiacán y Mazatlán.
Costa Rica, Culiacán: 12 cámaras menos, pero miles aún por rastrear
En la sindicatura de Costa Rica, Culiacán, fueron retiradas 12 cámaras de videovigilancia que operaban de manera clandestina. Con este operativo, suman ya 1,768 cámaras desinstaladas en lo que va de la estrategia para desmantelar redes de monitoreo ilegales. Ninguna de estas estaba enlazada al sistema oficial de seguridad estatal (C4i), lo que refuerza la hipótesis de que eran utilizadas por grupos delictivos para vigilar movimientos policiales, rivales o civiles.
Aunque las cifras aparentan ser contundentes, la cantidad de cámaras irregulares detectadas, sugiere una operación profundamente enraizada. No se trata solo de cámaras, se trata de una infraestructura de inteligencia paralela operando en zonas urbanas sin interrupción durante años.
Mazatlán, drogas camufladas como dulces y rutas armadas con ponchallantas
En Mazatlán, específicamente en la Isla de la Piedra, las autoridades aseguraron una mochila abandonada con un impresionante surtido de drogas listas para distribución:
• 859 blunts de marihuana
• 30 dosis de cocaína
• Chocolates con hongos, gomitas con infusión de marihuana y vapes
• Cartuchos de wax y más marihuana embolsada
Pero el hallazgo no se quedó ahí. También fueron localizados 50 ponchallantas, dispositivos frecuentemente usados por células armadas para frenar persecuciones o sembrar caos durante bloqueos o enfrentamientos.
Más allá del decomiso, el hecho de que estos objetos estén distribuidos y almacenados tan cerca de zonas turísticas revela una realidad incómoda: Mazatlán no es solo destino de visitantes, sino también punto estratégico para el narcomenudeo.
¿Y los responsables?
Ni en el caso de Mazatlán ni en el de Culiacán hubo detenidos. El hombre que presuntamente arrojó la mochila con drogas logró escapar, como ocurre en la mayoría de los operativos. Las autoridades aseguraron los objetos, abrieron carpetas de investigación y dieron parte al Ministerio Público. Pero hay un patrón que parece repitetirse: decomisos sin responsables, cifras sin contexto y una aparente contención sin consecuencias reales.
Una estrategia reactiva y de superficie
Aunque los boletines oficiales intentan mostrar avances, lo que queda expuesto es una estrategia reactiva, centrada en la recolección de lo visible, pero sin impacto real en las estructuras que financian, distribuyen y protegen estos sistemas paralelos.
Mientras en las calles se recogen mochilas, dulces con drogas y cámaras clandestinas, la raíz del problema sigue intacta. Y la pregunta incómoda persiste: ¿quién vigila realmente en Sinaloa?