"Los Chapitos", en la mira de la DEA
viernes, 12 de mayo de 2023
"Los Chapitos", en la mira de la DEA
 

 

 

Los testimonios de al menos tres hombres involucrados en el tráfico de fentanilo con la organización de Los Chapitos, ha provocado una de las más fuertes embestidas por parte del gobierno de los Estados Unidos en contra del Cártel de Sinaloa. Los puntos claves para que la DEA mantenga la sartén por el mango en su búsqueda de Iván Archivaldo, Jesús Alfredo y Joaquín, así como la extradición de Ovidio, tienen que ver con la información de inteligencia que las agencias gringas tienen en su poder, y que eventualmente pueden lograr doblar a la administración de López Obrador, la cual una y otra vez es cubierta por el manto de la sospecha de que protege al crimen organizado con sus estrategias en las que hay de todo, menos trabajo, como el que realizan la Agencia Antidrogas estadounidense: infiltrarse hasta el tuétano en grupos criminales para obtener datos privilegiados que contrarresten sus operaciones logísticas.

 

 

Por Redacción De Primera Noticias.

 

 

Juan Carlos Arce Cabrera fue una de las piezas claves en la embestida judicial que mantiene el Departamento de Justicia de Estados Unidos en contra de la organización criminal de Los Chapitos, al convertirse en informante de la DEA durante más de un año, transcurso en el que grabó conversaciones, tomó fotografías y reveló ubicaciones de las redes de tráfico de narcóticos de los hijos de El Chapo.

 

De acuerdo con información difundida luego del anuncio del gobierno estadounidense el viernes 14 de abril pasado, la DEA aprovechó que este personaje, convertido ahora en testigo protegido, temía que Los Chapitos acabaran con su vida, tal y como lo hicieran con uno de sus hermanos, quien habría sido asesinado por los Guzmán.

 

En el juicio de extradición que lleva a cabo Ovidio Guzmán López, El Ratón, el cual no ha podido ser frenado por la batería de amparos interpuestos por su defensa legal, se han vertido declaraciones que revelan que la organización criminal de Los Chapitos fue infiltrada por la DEA usando mismos modus operandis que en otras ocasiones, consiguiendo que traficantes temerosos acudan a su protección a cambio de aportar la información necesaria para conseguir órdenes de detención, presionar al gobierno mexicano y por fin lograr las extradiciones que bloqueen por lo menos las operaciones de los líderes.

 

El distribuidor

 

No se trata de personajes infiltrados en el Cártel de Sinaloa, sino de hombres que trabajaban para Los Chapitos –según reveló el expediente de extradición de Ovidio y las acusaciones en las cortes federales– y que debido a circunstancias de su propia seguridad, optaron por acudir como informantes de la Agencia Antidrogas.

 

De manera oficial, se conoce que Arce Cabrera era un asociado de los Guzmán, que hizo varios negocios de compraventa de drogas particularmente para El Ratón, entre 2019 y 2022, en pleno auge de la producción de fentanilo.

 

Sin embargo, debido a que supuestamente uno de los hermanos de Arce Cabrera fue asesinado, éste se contactó en California con la DEA y fue así como posteriormente buscó tener un encuentro con Ovidio Guzmán.

 

En sus declaraciones, Arce Cabrera relató que vio al joven Guzmán un par de veces, la segunda tuvo un encuentro con él para negociar de 80 a 100 kilogramos de fentanilo que sería exportado al área de Los Ángeles.

 

El testigo narró el 26 de mayo de 2022 que tuvo contactos con emisarios del cártel para pactar una reunión, por lo que a partir de entonces los agentes antidrogas comenzaron a darle seguimiento al infiltrado.

 

Así, voló de California a Ciudad de México, para luego tomar un avión a Culiacán para despistar, y en la capital sinaloense se vio con la gente de Ovidio en una gasolinera para llevarlo a la comunidad de La Anona, a pocos kilómetros de Jesús María, donde se encontró con Ovidio en un rancho amurallado lleno de camionetas blindadas y alrededor de 40 pistoleros que lo vigilaban.

 

“Había 40 pistoleros uniformados, y con armas de uso militar, seis camionetas blindadas con metralletas en el techo. Los sicarios iban armados con AK-47 y rifles con lanzagranadas. Ovidio Guzmán llevaba cinturón y pistola en la cadera”, relató.

 

El encuentro, según Arce, era para negociar varios kilos de fentanilo. Ovidio autorizó venderle cinco kilos para distribuirlos en el área de Los Ángeles, pero el informante dijo que necesitaría entre 80 y 100.

 

Además, dijo, le recomendó a Ovidio no rebajar o manipular la droga opiácea debido a que podría dañar a los consumidores, pero alguien dijo que el plan era acabar con otros fabricantes de fentanilo y centralizar la producción en Sinaloa.

 

Al final, la DEA obtuvo supuestas fotografías del rancho de Ovidio y otros detalles, como la grabación de esta reunión y otras llamadas por teléfono con el distribuidor que decidió trabajar para el gobierno gringo debido a que su hermano había sido asesinado.

 

El cuidador

 

En cambio, el caso de Miguel Alonso Payán fue distinto, pero, también terminó trabajando para la DEA como informante. Originario de Culiacán y no mayor de 40 años, Payán comenzó a trabajar –según su testimonio– vigilando laboratorios de fentanilo hasta que en 2019 se encargó de uno ubicado en las inmediaciones de la comunidad de Aguapepito, municipio de Navolato.

 

Esta comunidad se encuentra en el margen derecho del río Culiacán, entre la sindicatura de Sataya y el campo pesquero de El Castillo, la salida natural a la bahía de Altata para alcanzar el Golfo de California, la ruta principal del trasiego de drogas vía marítima.

 

De hecho, en este litoral, la Marina ya ha detectado embarcaciones que transportaban fentanilo y metanfetamina, en una ocasión incluso un capitán de la Secretaría de Marina fue levantado en Surutato para ser interrogado sobre estas operaciones llevadas a cabo en las costas sinaloenses.

 

Según Payán, él se encargó del narcolaboratorio de Aguapepito, el cual era camuflado con ramas y tierra para no ser visible desde el aire. En el lugar se contaba con los enseres para procesar los químicos y confeccionar las drogas.

 

Además, dio el dato que el Cártel de Sinaloa producía 500 mil pastillas de fentanilo de manera mensual que era enviado a la frontera.

 

En 2019 Payán sufrió una lesión en uno de sus brazos, por lo que los jefes le encomendaron otra tarea que tenía que ver más con cuestiones logísticas.

 

A este infiltrado le encargaron el transporte de las pastillas de fentanilo que salían de Sinaloa y llegaban a diversas ciudades al norte de México, como Tijuana y Mexicali en Baja California, así como San Luis Río Colorado, en Sonora.

 

En los cuatro supuestos años que trabajó de manera directa para La Chapiza, Payán relató que conoció en persona dos veces a Ovidio, cuando su primo Jaime Jimmy Loera lo invitó al rancho de La Anona.

 

El expediente señala que, en 2020, Jimmy, quien cuidaba una casa-bodega de drogas en el fraccionamiento Montebello, llevó a Payán al rancho para presentarle a su primo Ovidio.

 

Al poco tiempo volvió ir a Jesús María a una reunión donde estuvo presente El Ratón. En 2021, el informante se saldría de la organización, se presume que también enfiló hacia Estados Unidos en donde la DEA lo “enganchó” como informante.

 

El tercer hombre en el Cártel, por el contrario, es una persona anónima que se identificó solamente con las iniciales NN. De acuerdo con medios internacionales, puede tratarse también de un testigo protegido cuya identidad se reservó por motivos de seguridad. En todo caso, se trata de un informante que pudo haber proporcionado información valiosa para encausar a Los Chapitos.

 

Lo poco que se supo respecto a este tercer infiltrado es que relató ante la Corte Federal del Distrito Este de Nueva York, como lo consignan los documentos, que él participó en una transacción de 24 millones de pesos, parte de las ganancias de Los Chapitos obtenidas de la distribución de drogas en Ohio, Michigan, Minnesota, Nueva York y Massachusetts.

 

Es decir, por la cantidad de dinero y el poder de distribución, se trata de un narcotraficante de relevancia, con grado de socio, del lado de Estados Unidos, de esos que llegan a un acuerdo con los fiscales a cambio de una sentencia breve y una identidad protegida.

 

La confrontación

 

Tan pronto como la caballería pesada del Departamento de Justicia gringo hizo públicas las acusaciones contra Los Chapitos y otros 24 integrantes y socios de la organización, tanto extranjeros como mexicanos, el presidente Andrés Manuel López Obrador sobrerreaccionó por la “infiltración” del Cártel de Sinaloa.

 

El jefe del Ejecutivo calificó como una “intromisión abusiva y prepotente”, por lo que aseguró que es inaceptable.

 

“¿Cómo van a estar espiando?”, cuestionó el mandatario federal en su conferencia matutina de este lunes.

 

Señaló que no puede haber agentes extranjeros en territorio mexicano. “Podemos compartir información, pero son sólo los elementos del Ejército mexicano, de la Marina y de la Guardia Nacional los que pueden intervenir”, aseveró

 

Acto seguido, el embajador de Estados Unidos en México, Ken Salazar, acudió a Palacio Nacional y posteriormente se posicionó en el sentido en que su país tenía información con ayuda de las autoridades mexicanas.

 

Lo escabroso

 

Dos historias llamaron la atención de la prensa sensacionalista de los documentos públicos que dio a conocer la Fiscalía estadounidense en contra de Los Chapitos.

 

Una fue el caso de una mujer –relatada por los informantes– que fue secuestrada por un tema de deuda, pero en lugar de eso, la usaron para hacer pruebas en ella de la potencia del fentanilo.

 

En esta historia, parecida a una película de terror, fue involucrado Néstor Isidro Pérez Salas, El Nini, jefe de seguridad de La Chapiza, quien habría sido el impulsor de semejante experimento para probar la eficacia de la droga.

 

La segunda anécdota fue que los soplones contaron que en otra ocasión unos hombres enemigos del Cártel fueron destazados y sus cuerpos fueron arrojados como alimento a unos tigres de Bengala en un rancho de Navolato.

 

Las recompensas


 

Pero mientras el presidente López Obrador y su corte hicieron rabieta por las investigaciones de la DEA en México, también a través del programa de recompensas lograron ubicar a los colaboradores de Los Chapitos, tanto aquellos que son sus jefes de seguridad, como otros asociados en el trasiego y producción de drogas.

 

Además de elevar de cinco a diez millones de dólares la recompensa por los jefes, Iván Archivaldo, Jesús Alfredo y Joaquín, también pusieron precio a otros colaboradores.

 

Los primeros son los hermanos Leobardo y Martín García Corrales, a quienes le pusieron cuatro millones de dólares, luego sigue el Nini, con tres millones y el resto con un millón de pesos. Es la primera vez que toda la plana de una organización mexicana es colocada como prioridad en el programa de recompensas.

 

De hecho, en la lista de los más buscados del mundo por la DEA, Iván Archivaldo quedó en el tercer puesto, por abajo de Yulan Adonay Archaga Carias, un hondureño acusado de tráfico de cocaína y el chino Chuen Yip, presunto proveedor de precursores químicos para la fabricación de drogas sintéticas por el mundo.

 

De hecho, la DEA señala a Yip como dueño de empresas chinas fabricantes de fentanilo y químicos para metanfetamina, que vende a cualquier cártel, incluso los pedidos los hacen por internet encargándose de la logística. Cobra en Bitcoin para evitar los radares del sistema bancario tradicional.

 

Pesca en río revuelto

 

Por uno y otro lado, en el tema de seguridad y narcotráfico el gobierno de México fue copado, pues no sólo se hizo público a mediados de abril la cargada contra Los Chapitos, sino que además medios estadounidenses consignaron serias diferencias entre los mandos de la Secretaría de la Defensa Nacional y la Secretaría de Marina.

 

Tras el escándalo que suscitaron los viajes de lujo familiares del secretario de la Defensa, Luis Crescencio Sandoval González, defendido por AMLO, pero por el momento fuera del reflector por el golpe que representó la revelación mediática.

 

La familia viajó a Nueva York, Corea del Sur, Moscú, Denver, Florencia y Milán, Italia, con cargo al erario y con apoyo logístico de la SEDENA.

 

Ante este torpedo en la línea de flotación del pretendido prestigio de las Fuerzas Armadas y quien las dirige, el presidente se metió de nuevo en negar la realidad y apoyar a sus leales colaboradores.

 

Entonces vino la resolución de la Corte en contra de asignar la Guardia Nacional a la Sedena, la filtración del Pentágono en el sentido de que el Ejército y la Marina se encontraban enemistados, situación que también provocó molestia al jefe del Ejecutivo.

 

Los posibles testigos

 

Una vez que el juicio de extradición en contra de Ovidio Guzmán avanza en los tribunales mexicanos, las cartas de los posibles testigos estelares se acumulan, entre ellos están un cuñado de Alfredillo Guzmán, de nombre Raúl Beltrán León, El Chuy Raúl o El Trébol, sentenciado en Chicago a 28 años de prisión.

 

Otros serían la dupla de Dámaso López Núñez y su hijo Dámaso López Serrano, El Mini Lic, así como incluso testigos protegidos de los Zambada, hasta los hermanos Flores, quienes atestiguaron en el juicio contra El Chapo.

 

La lista crece con nombres recientes de traficantes detenidos hace poco en Colombia, Guatemala y hasta uno en Grecia. Hasta ahora, el proceso de extradición de El Ratón se mantiene mientras que La Chapiza se reorganiza en Sinaloa.


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