Por Redacción Especial
30 de abril de 2025.— A cien días del arranque del segundo mandato de Donald Trump, la relación bilateral con México vuelve a colocarse en el centro del huracán. El retorno del republicano a la Casa Blanca ha traído consigo una ofensiva migratoria implacable y una política comercial punitiva que amenaza con arrastrar a la economía mexicana a un escenario de incertidumbre y parálisis.
Migración: el muro invisible
Desde enero, el gobierno estadounidense ha deportado a más de 142 mil personas, de las cuales al menos 39 mil fueron enviadas a México, incluidos 33 mil mexicanos. Las cifras reflejan una aceleración en los operativos migratorios, pero también una narrativa endurecida que criminaliza la movilidad, incluso en contextos de necesidad humanitaria.
La presidenta Claudia Sheinbaum reconoció la presión que esto representa para el país y aseguró que México no puede ser el muro humano de Estados Unidos, aunque evitó confrontar directamente a Trump. La saturación de albergues, el abandono de comunidades receptoras y el aumento en la criminalización del migrante revelan un impacto que va más allá de lo diplomático: es una crisis social en tiempo real.
Aranceles y desaceleración
En el plano económico, la administración Trump reinstauró aranceles del 25% a productos mexicanos como el acero, aluminio y automóviles, afectando directamente a sectores clave del país. La planta de General Motors en Coahuila, por ejemplo, suspendió operaciones parcialmente, afectando a más de 3,500 trabajadores. El panorama es sombrío.
El secretario de Economía, Marcelo Ebrard, calificó estas acciones como una violación directa al T-MEC, mientras el gobierno anunció medidas espejo en represalia. Aun así, los efectos inmediatos ya se sienten: el peso se ha debilitado, las inversiones se congelan y las proyecciones de crecimiento han sido recortadas por organismos internacionales.
Diplomacia o desgaste
En medio del vendaval, México propuso crear un grupo binacional de emergencia para abordar los desencuentros. Pero desde Washington no hay respuesta clara. Trump sigue concentrado en su narrativa de "América Primero", mientras utiliza a México como chivo expiatorio de sus fracasos internos.
El riesgo es claro: la relación se desgasta, los canales de diálogo se enfrían y las consecuencias las pagan los trabajadores, migrantes y exportadores mexicanos.
En conclusión, los primeros 100 días de Trump han sido una reedición del guion que ya conocemos: presión, castigo y protagonismo electoral a costa del vecino del sur. La diferencia es que hoy México enfrenta ese embate en medio de una economía débil, una región fragmentada y un liderazgo que aún duda entre confrontar o negociar.
¿Hasta cuándo se sostendrá el equilibrio?