A pesar de la supuesta prohibición de Los Chapitos para fabricar y transportar fentanilo, en Sinaloa suman cuatro menores intoxicados con este opioide sintético en lo que va de 2023, sin contar los casos que se registraron el año pasado, los cuales también tuvieron una incidencia similar. Sin embargo, más allá de diseñar una estrategia contra el consumo de esta droga altamente tóxica, la cual ya ha cobrado la vida de un bebé de poco más de un año apenas ahora en noviembre, el gobierno de Rubén Rocha Moya se ha dedicado a reproducir la narrativa de la administración de López Obrador de negar la existencia de laboratorios de esta sustancia, sin apostarle a combatir las adicciones como un problema de salud pública y sin fortalecer este rubro en las instituciones.

Por Santiago Rentería.

La madrugada del jueves 2 de noviembre pasado, el niño Julián, de un año y siete meses de edad, falleció en el Hospital Pediátrico de Sinaloa horas después de iniciar con un cuadro de intoxicación por fentanilo.

El menor sufrió un colapso en sus pulmones, con sangrado relacionado con la ingesta de esta droga que actualmente es la más mortífera de las que el crimen organizado trafica para empoderarse en el país.

De acuerdo con la familia, el niño había iniciado con síntomas durante la noche del 1 de noviembre, pero fue hasta las 11:30 cuando fue internado primero en el Hospital Civil, pero debido al cuadro grave que traía, fue trasladado de inmediato al Pediátrico, en donde fue intubado con problemas serios para respirar.

Sin embargo, no resistió y murió. Los análisis dieron positivo a fentanilo, pero la familia aseguró que desconocía cómo fue que la sustancia llegó hasta su organismo vulnerable.

La Fiscalía General del Estado solamente confirmó que realizó un cateo en el domicilio del niño, pero no atinó a dar una respuesta de una posible implicación de algún adulto. Lo único que descartó es que la ingesta haya sido en dulces, como se difundió en medios.

EL SEGUNDO

Pero tan pronto como se salía del asombro de la muerte de Julián, al día siguiente se confirmó que un segundo niño, éste de cuatro años, llegó al Pediátrico con un cuadro de intoxicación por fentanilo, pero a diferencia de Julián, Damián tuvo un cuadro leve, cuyos síntomas fueron salivación, somnolencia, debilidad y dificultad respiratoria que fue capaz de superar rápido.

En ambos casos, la Fiscalía del Estado no ha establecido de manera clara cómo ocurrió la ingesta de la presunta droga en los menores, pero la noticia le dio la vuelta al mundo, ya que en Culiacán fue detenido Félix Herrera, un dominicano acusado de tráfico de fentanilo en Nueva York y responsabilizado de la muerte del niño Nicholas Dominique, de un año, en una guardería del Bronx que era atendida por su esposa.

Tras estos dos casos continuos en Culiacán, el gobernador Rocha Moya minimizó el tema, al calificarlos de casos ocasionales, y aunque tampoco aclaró cómo ocurrió la ingesta de los niños, comentó que posiblemente los menores tuvieron contacto con adictos o con sitios cercanos a donde se fabrica la droga.

POCO REGISTRO

Al tratarse de una droga nueva, que además no era del consumo de la población local, las autoridades de Salud todavía no llevan un registro confiable estadístico tanto de muertes como de intoxicaciones.

Hasta este 2023, la Secretaría de Salud en el estado registraba diez decesos por consumo de fentanilo, pero las muertes por sobredosis de metanfetamina todavía estaban arriba, con 17 casos.

También se registraron algunas muertes relacionadas con el consumo de heroína, pero no consta un registro fehaciente.

A la par que ya empiezan a presentarse intoxicaciones de niños y adultos por ingesta de esta droga, por cuyo tráfico el gobierno de Estados Unidos mantiene en la mira al Cártel de Sinaloa, también en los centros de rehabilitación las personas internas que intentan recuperarse de la adicción al llamado M30 (así conocen a las pastillas), han ido en aumento durante el presente año.