El de octubre pasado, se trató del mes más violento de los últimos 13 años, incluso durante el 2008 en que estalló la primera guerra al interior del Cártel de Sinaloa, con la ruptura de los hermanos Beltrán Leyva, no se registraba otro mes con el nivel que alcanzó el pasado, que sumando a septiembre, ya se cumplen más de 60 días de un conflicto que a diario arroja víctimas mortales y desaparecidos, robos de vehículos al por mayor, asaltos a negocios que laceran la economía y a la sociedad sinaloense, todo ante la indolencia del gobierno de Rubén Rocha Moya, que trata de ocultar lo que sucede, al invitar a la ciudadanía a salir a la calle, a realizar sus actividades cotidianas, en una ciudad como Culiacán que se ha militarizado, con rancherías del sur que viven en la zozobra, en donde ya se ha presentado un desplazamiento forzado silencioso que se ha vuelto el caldo de cultivo de más víctimas de una guerra que parece no amainar.

Por Santiago Rentería.

La cifra real dista con mucho de la oficial, de esa que la Fiscalía General del Estado dio a conocer a inicios de noviembre y que fijó en 187 homicidios dolosos en octubre, pero en realidad dentro de su conteo, no se reflejan los fallecidos en enfrentamientos, que sumaron cerca de 30 -de los que se supo-, más los desaparecidos cuya cifra negra permanece sin aclarar.

El mes de octubre fue todavía más violento que septiembre, que concluyó con 147 muertes dolosas en el inicio de un conflicto que, de acuerdo con analistas en seguridad, todavía va para largos meses.

Pero a los 187 homicidios se suman los 19 fallecidos en el enfrentamiento de El Doce y otros seis en Imala, lo que da un número de 212 personas sin vida. Esta cifra no se alcanzaba desde abril de 2011, cuando la Fiscalía reportó 227 asesinatos.

Incluso para poner de relieve los 187 homicidios oficiales de la fiscal Claudia Zulema Sánchez Kondo, ni siquiera durante el estallamiento de la guerra contra los Beltrán Leyva, ningún mes alcanzó este récord de octubre pasado, el mes más violento del gobierno de Rubén Rocha Moya.

Fue diciembre de 2008 el mes que más homicidios se registraron, con 145 casos, seguido de julio, con 143. En ese momento, grupos armados enviados por Arturo Beltrán Leyva atacaban a las facciones que entonces dirigían Ismael Zambada García y Joaquín Guzmán Loera. Una de esas células era la que fue identificada por la PGR como Los Charritos, la cual dejó una estela de desolación regada por toda la capital del estado: murieron civiles inocentes, presuntos pistoleros y más de un centenar de policías.

LOS AÑOS MÁS VIOLENTOS EN SINALOA

De acuerdo con un análisis de las cifras oficiales de la Fiscalía consultadas en su portal, los meses que superaron los 200 casos, como octubre de 2024, fueron en enero de 2010, con 222, luego siguió febrero con 203, abril con 207, junio con 226, julio con 220, agosto con 228.

Con mucho, ese último año de Jesús Aguilar Padilla como gobernador, fue uno de los más violentos, alcanzando la cifra récord de dos mil 250 homicidios. Todo su sexenio rebasó la cifra de seis mil personas asesinadas, sin contar a los desaparecidos. Cabe recordar que Rocha Moya fue jefe de asesores durante toda la administración de Aguilar Padilla, su mentor dentro del priismo sinaloense.

Sin embargo, el primer año de Mario López la cifra de homicidios terminó con mil 906 asesinatos, su segundo año quedó en mil 468, y a partir de 2013 la cifra comenzó a disminuir de manera gradual, aunque no bajó de los mil sino hasta el 2015, su último año de gobierno.

Y es que de 2008 al 2009 se libró la primera parte de la narcoguerra contra Arturo Beltrán Leyva, pero al ser abatido por la Marina en Cuernavaca, el conflicto creció en 2010 con sus aliados locales, como Fausto Isidro Meza Flores, El Chapo Isidro y el clan de Los Mazatlecos y los asociados que operaban en Nayarit, y que mantenían asolados los municipios de Mazatlán, Rosario y Escuinapa en esa época.

De 2016 al 2018, la cifra de homicidios superó los mil casos al año, debido al conflicto que se desató entre el clan de Los Dámaso y Los Chapitos, que concluyó cuando el gobierno federal detuvo a El Licenciado en la Ciudad de México y posteriormente su hijo El Mini Lic se entregó a la DEA, para obtener beneficios de ley como informante.

Aun así, ni en el 2017 en que fue el año más cruento de esa segunda narcoguerra en Sinaloa, los homicidios alcanzaron la cifra de octubre pasado, el segundo mes de la tercera narcoguerra, ahora entre La Chapiza y La Mayiza.

Sin embargo, en el transcurso de este nuevo conflicto, en el que la sociedad ha quedado en el medio, acechada por el terror, los robos desatados y, ahora con un ingrediente que no se había visto en los anteriores pleitos: el uso de artefactos explosivos, que, si bien no han detonado, los indicios recogidos señalan que se han estado elaborando de manera más común en las últimas semanas.

Nada más el domingo 3 de noviembre, un sujeto ingresó en una sucursal de BanCoppel de Plaza Sur, en la colonia Loma Linda, y amenazó con hacer detonar un explosivo casero que dejó abandonado tras apoderarse de dos mil 500 pesos. En Valle Alto vecinos reportaron explosiones, aparentemente del Ejército, artefactos que hicieron estallar de manera controlada.

Lo mismo ocurrió la mañana del lunes 4 de noviembre, mientras Rocha y el alcalde Juan de Dios Gámez estaban en la base militar de El Sauz, en la toma de protesta del comandante de la Guardia Nacional en Sinaloa, en las afueras de la Novena Zona Militar se encontró un artefacto explosivo a un lado de la banqueta, lo que ocasionó el cierre de la Calzada y la evacuación del Hospital del ISSSTE en lo que duró la maniobra de retiro del objeto, que más tarde hicieron explotar dentro del cuartel.

LA INDOLENCIA DE ROCHA

Ante todo esto, el gobernador Rocha Moya minimizó las acciones violentas, sólo afirmó que “nos mortifica” que encuentren artefactos explosivos, pero dijo que “no son tirados por drones”, como ocurre en otros estados.

“Nos mortifica, porque son indicios y hay que cuidarnos, estuve platicando con el general Briseño (Guillermo Briseño, comandante de la Tercera Región Militar) y estuvo explicando cómo se elaboran y que se ha detectado elementos muy simples para hacerse, no tienen gran alcance, pero generan temor”, dijo el gobernador.

Durante su conferencia semanera, Rocha aseguró que en Sinaloa “las cosas están regresando a la normalidad”, gracias a que se tiene un operativo debidamente plantado en el territorio.

“Estamos recobrando la vida, sana, tranquila, yo le digo a la gente que, por fortuna, más allá de algunos daños que tienen que ver con civiles y que no tienen que ver con los pleitos entre grupos delincuenciales, no se está afectando a la ciudadanía”, comentó.

Rubén Rocha afirmó que “los homicidios están bajando, ya son menos, ya son dos, cuatro… hoy tenemos siete”.

“A lo que llamo yo es a que, en colectivo, tengamos la fortaleza y la certeza de lo que estamos viviendo y nos apropiemos de nuestros espacios, yo se los digo, salgan a la calle, manden a sus hijos a las escuelas”, enfatizó.

Sin embargo, ese lunes pasado por la tarde, un sicario asesinó al reconocido restaurantero Jorge Peraza Bernal, de 76 años, dueño de La Chuparrosa Enamorada, un negocio con mucha tradición en Bacurimí, el empresario había sido reconocido por el Congreso por el mérito restaurantero; la foto recibiendo la presea de manos de Teresa Guerra Ochoa, presidenta de la Jupoco, alfil de Rocha, fue retomada para recordarle al gobierno que no protegió a don Jorge tras el incendio de su negocio.

El martes por la noche, de nuevo, la zona sur de Culiacán, Eldorado y Costa Rica, volvieron a entrar en la zozobra por balaceras, mientras en Culiacán la violencia le arrebataba la vida a Águeda en una casa de citas y a otro hombre que volvía de la escuela acompañado de sus hijos en el fraccionamiento Zona Dorada, y así las cosas de diario en Sinaloa.