Los Chapitos: “Son protegidos por ciudadanos atemorizados y por políticos corruptos"
lunes, 29 de abril de 2024
Los Chapitos: “Son protegidos por ciudadanos atemorizados y por políticos corruptos"
 

 Por Sergio Ramos. 


“Se rodearon de los más buscados y, muy pronto, adoptaron su papel. La herencia fue criminal. Son protegidos por ciudadanos atemorizados y por políticos corruptos. Ya sobornaron a diputados, senadores, agentes de la Guardia Nacional y altos mandos de la Defensa. Se han apropiado de comunidades enteras. Son economistas, empresarios, mercadólogos. Se apropiaron del apodo de su padre, que ahora yace en una celda de tres por dos. Son los hijos del Chapo Guzmán: Iván Archivaldo y Jesús Alfredo Guzmán Salazar, y Ovidio y Joaquín Guzmán López”.

De esta manera, el periodista José Luis Montenegro describe en su más reciente libro a la facción del Cártel de Sinaloa denominada Los Chapitos, integrada por tres de los hijos de Joaquín Guzmán Loera, quienes controlan el negocio de las drogas en buena parte de Sinaloa. 

 

De Primera Noticias: ¿Qué representan Los Chapitos dentro de las distintas facciones del Cártel de Sinaloa y qué representan a nivel nacional si los comparamos con otras organizaciones criminales?

 

José Luis Montenegro: En el ámbito del Cártel de Sinaloa, los Chapitos representan una organización criminal que crece de manera pujante, que va obteniendo cada vez más zonas estratégicas para el comercio ilegal de drogas y otros delitos. Es una organización liderada por Iván Archivaldo, Jesús Alfredo y Joaquín Guzmán López que ha sabido manejar bien las piezas del ajedrez criminal en el que se ha podido mover en tres sentidos. En primer lugar, en el ámbito social, aumentando su base sólida de simpatizantes o de comunidades cooptadas por el peor grado de la violencia que es el silencio. En segundo lugar, en la parte económica, a través de la venta del fentanilo que es más barato que otras drogas y les generan mayores ganancias al momento en que se envía a Estados Unidos. Recordemos que una gran tanda de esta droga se puede hacer con 15 mil pesos y se puede vender hasta en 1.5 millones de dólares en el mercado estadounidense. Y en tercer lugar, en el ámbito político, ha sabido sobornar a empresarios, policías locales, alcaldes, síndicos hasta el gobernador e inclusive al círculo más cercano del poder ejecutivo federal. Entonces nos encontramos con una organización compleja que no se va a dar por vencida y que tiene todo el engranaje, la estructura y el poder para seguir creciendo.

 

A nivel federal, no está a la par de otras organizaciones más consolidadas aunque tienen menos tiempo como el Cártel Jalisco Nueva Generación, porque este sí tiene un liderazgo muy piramidal. Es decir, la mayoría de los integrantes del CJNG sí obedece al supremo líder que es Nemesio Oseguera Cervantes “El Mencho”, mientras que el Cártel de Sinaloa tiene diferentes grupos y mandos.

 


 

¿La facción de Los Chapitos han alcanzado el poder que en su momento llegó a tener el grupo comandado por el propio “Chapo” Guzmán?

 

Yo creo los hijos han alcanzado mayor poder. El Chapo Guzmán incluso en sus buenos tiempos tenía que pedir armas prestadas, ejército prestado e incluso pedir permiso a otras organizaciones para que permitieran el paso de sus cargamentos. El Chapo Guzmán tuvo muchas complicaciones para ser un capo. Él pavimentó el terreno que hoy están pisando los Chapitos. Estoy convencido que ahora los Chapitos tienen mucho más poder económico, poder político y capital social. Tienen más grado de bonanza, tienen más estrategias, tienen más elementos de seguridad, tienen mayor tecnología e inventiva y son más jóvenes, sin que esto suene apológico.

 


¿Quién lleva la batuta entre Los Chapitos?

 

Cada uno tiene funciones distintas al interior de la escisión de Los Chpitos pero quien ha tomado mayores decisiones ha sido Iván Archivaldo. Prueba de ello fue el operativo del Culiacanazo. Él ha sido un ferviente negociador con otras organizaciones para mediar, a pesar de que son grupos violentos, él no ha querido entrar en esa zona de conflicto a menos que ya se hayan traspasado muchos de los acuerdos convenidos. El estratega, digamos, la cabeza pensante de la operación criminal de Los Chapitos es ivan Archivaldo, sin restarle ningún tipo de escala en esta organización a otros como Jesús Alfredo y Joaquín que también participan activamente en el Cártel de Sinaloa.

 

 

¿Cómo empezó la relación de los Chapitos con el fentanilo?

 

Como ya lo ha documentado el Departamento de Estado, la relación del Cártel de Sinaloa con el fentanilo surgió de una reunión de hermanos en una casa en Sinaloa. A Ovidio le pareció buena idea traficar con este tipo de droga sintética que es 50 veces más potente que la morfina. Ellos ya tenían conocimiento de cuál era la demanda de esta droga de acuerdo a sus contactos en California e Illinois, ambos estados piezas fundamentales para el Cártel de Sinaloa. Ellos sabían que tenían esta área de oportunidad para alcanzar aun más mercado en Estados Unidos. Ellos son personajes inteligentes, que piensan como empresarios o gerentes de una mafia. Sí se les podría equiparar con algunos de los viejos capos italianos o estadounidenses que en verdad analizaban su mercado y potencializaban la demanda y exacerbaban ese consumo. El fentanilo ha sido una de las principales causas de muerte en Estados Unidos. Es un tema de salud pública en aquel país y los Chapitos han sabido aprovechar ese mercado de adictos y enfermos. Se trata de un negocio redondo que no podría entenderse sin el aval del estado, es decir, sin que el gobierno tanto estadounidense como mexicano, permitiera el libre tránsito o el acuerdo para que llegaran esas sustancias hasta Pensilvania, por ejemplo.


 

Hace unos meses fueron colgadas unas narcomantas en las que los Chapitos se deslindaban de la producción de fentanilo e incluso prohibían su comercialización. ¿A qué crees que obedeció ese deslinde?

 

Fue una campaña. Como si en este momento fuera una promesa de campaña dentro de la contienda electoral. Los Chapitos dieron un claro mensaje porque les estaban pisando los talones. El grado de tensión y de atención que estaban atrayendo era mucha y lo que hicieron fue decir, ok, nos están culpando a nosotros los hijos del Chapo de ser los principales proveedores de fentanilo, así que vamos a desmentirlo. Aunque, en realidad, no es ninguna mentira. Fue una campaña de relaciones públicas para contrarrestar el impacto mediático y social que estaba teniendo entre la gente ese flagelo. La sociedad ávida de que no haya fentanilo en las escuelas decía, es que fueron los chapitos, y cuando ellos salen y ponen estas mantas en Culiacán, Guasave y Mazatlán, logran cambiar el discurso de que son otras organizaciones las que distribuyen el fentanilo, ya no los mencionan a ellos, buscan tener una buena imagen frente a la sociedad porque para ellos también es muy importante mantener adeptos, comprar voluntades y así mantener el negocio.

 

 

La narrativa oficial señala que los gobiernos son cómplices de los cárteles y por eso los cárteles crecen y se empoderan. Pero ¿en realidad podemos decir que el cártel está supeditado a los favores que le concede el Estado? ¿Es así la ecuación actualmente?

 

En el libro hay una frase muy interesante del investigador Raúl Astorga que habla de que los narcos no pidieron permiso a los gobiernos para operar. Al final del día los gobiernos más bien administraron el poder a través de las condiciones al narcotráfico en México. El narco no le pide permiso al gobierno para operar, al contrario, el gobierno ahora tiene que ver las condiciones en las que puede navegar en su gobernabilidad a través de las acciones del narco. Ya la dinámica es totalmente distinta. Antes se estilaba eso, con los gobiernos como el de Carlos Salinas de Gortari, en algún momento se les asignó algunas plazas, algunas zonas de operación a los hermanos Arellano Félix, al Azul Esparragoza, otras al Güero Palma, otras al Chapo Guzmán, en ese momento sí se asignaban plazas y tenían una operación directa con la Dirección Federal de Seguridad. Pero ellos tenían justo esta idea de tener el control sobre las acciones del narco. ¿Qué pasó? Que el narco adquirió más poder, adquirió más dinero, adquirió más relevancia en el panorama internacional y ahora son ellos los que ejecutan a su antojo las acciones para tener este tipo de negocios pujantes.

 

 

En una entrevista dijiste una frase que me llamó la atención y la quiero retomar: Sinaloa vive el peor grado de violencia que es el silencio. Eso contrasta mucho con los resultados de la más reciente encuesta del INEGI que mide la percepción de seguridad pública en las ciudades. En dicha encuesta Culiacán apareció como una de las más seguras de México de acuerdo con los encuestados.  E incluso el gobernador Rocha se vanaglorió de esos resultados.

 

El peor grado de violencia que se puede vivir en un estado, en una ciudad, en una comunidad es el control total de todas las áreas productivas del estado a manos de una organización criminal. Lo vimos ya con los culicanazos. En Culiacán se vive una tensa calma. Para mi era importante retratar en el libro cómo va navegando una persona en Sinaloa, cómo vive, qué hace, a qué se enfrenta, cuáles son las condiciones sociales, cómo logra mantenerse con esa economía que no termina de cuajar. Cuando un cartel de la droga, como pasa en Jalisco donde se vive también en una tensa calma, cuando atacan, cuando se dan enfrentamientos, te das cuenta quién son los verdaderos dueños, los dueños de los bares, de los restaurantes, de la propia policía local, del mando estatal. Me espanta que una sociedad pueda vivir sumisa y agachada al destino que le impone una organización criminal. Para mí era importante hacer este retrato de una entidad que vive sangrando pero no lo demuestra a pesar de que grita con mucho dolor.

 

 

 

 

 

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