El pasado jueves 23 la ciudadanía en Culiacán salió a las calles a manifestar su hartazgo por la inseguridad y el desgobierno que se vive en la capital del estado. La gota que derramó el vaso fue el asesinato de los hermanos, Gael y Alexander, de 12 y 9 años y su padre, Antonio de 41 años, otro familiar que viajaba en el vehículo, el cual fue tiroteado por un grupo armado, el primo Luis Adolfo de 17años resultó herido; la indignación llegó al límite y la sociedad como nunca asistió al llamado del director de la escuela primaria Sócrates donde estudiaba uno de los menores asesinados.
La impotencia y coraje contenido por una población que ha visto y vivido en carne propia una violencia que parece no tener fin erupcionó al grito de: “¡Con los niños no!” y “¡Fuera Rocha!”. La marcha del jueves 23 se habló de un contingente de seis mil personas y la segunda marcha, la del domingo 26 se concentraron aproximadamente diez mil ciudadanos.

Pero ni las seis mil personas, entre ellas niños, de la primera marcha, ni las diez mil, de la segunda manifestación hicieron eco en la lógica del gobernador Rubén Rocha Moya ni en la presidenta Claudia Sheinbaum. En su semanera afirmó que no hay razones para su renuncia.
Los más de 20 mil aficionados que se dieron cita en el estadio Ángel Flores al sexto juego de la final de beisbol de la Liga Mexicana del Pacifico entre Tomateros y Charros de Jalisco que vistieron de blanco y gritaron: ¡queremos paz y fuera Rocha! No son suficiente razón para el gobernador.
Tampoco la manifestación de ciudadanos que irrumpieron en la sesión del pasado jueves 30 en el Congreso local, exigiendo a los diputados de la Junta de Coordinación Política, presidida por la morenista Teresa Guerra, los pasos a seguir para destituir a Rubén Rocha Moya; para el gobernador no existe razón en la percepción de inseguridad de los culichis, que en la última encuesta del INEGI arrojó que el 90 por ciento de los entrevistados vive con miedo en Culiacán, es decir, 9 de cada 10 habitantes.

Los casi 900 asesinatos, 32 mujeres asesinadas, más dos mil 500 vehículos robados, casi 900 desaparecidos de acuerdo a la Fiscalía y 18 policías asesinados, tampoco son razón suficiente para el gobernador; menos aun los 18 mil millones de pesos que se estima ha perdido la economía sinaloense desde que inició la guerra, ni la pérdida de más de 25 mil empleos directos y los cientos de negocios cerrados o quemados.
El cinismo tiene rostro y se llama Quirino Ordaz Coppel que heredó una deuda de dos mil 300 millones de pesos a los ciudadanos en Sinaloa, solapada se encuentra esta corrupción en el gobierno de Rocha Moya y con el refrendo a Ordaz Coppel de la impunidad asegurada, pero para el actual mandatario estatal tampoco es razón suficiente.
Tampoco es razón para Rubén Rocha Moya la denuncia que existe en la Fiscalía General de la República por el recurso económico inexplicable que se utilizó en su campaña a la gubernatura, menos aún, los testimonios periodísticos que registraron la operación del Cártel de Sinaloa en dicha campaña antes de la ruptura de los grupos actualmente en guerra.

Y qué decir de la carta de Ismael “El Mayo” Zambada que ubica a Rocha Moya el fatídico 25 de julio en Huertos del Pedregal en reunión a la que el mandatario asistiría; el asesinato del exrector Héctor Melesio Cuén Ojeda y el montaje que la Fiscalía General de la República nombró en el video de la gasolinera que presentó la fiscalía local como evidencia de su versión de los hechos que derivaron en la muerte del exrector; el viaje a Estados Unidos que dice el gobernador realizó ese 25 julio pero que a cinco meses no ha podido demostrar fehacientemente e investigaciones periodísticas afirman que no existe ningún registro de dicho viaje en el gobierno gringo. Estos hechos tampoco son razones suficientes en la mente del mandatario sinaloense ni para la presidenta.
Todos en Morena han cerrado filas para proteger a un gobernador de Sinaloa que se ha convertido en el descrédito total del Movimiento que encabeza AMLO desde Palenque, Chiapas y que administra Claudia Sheinbaum en Palacio Nacional, Adán Augusto López en el Senado de la República, Ricardo Monreal en el Congreso Nacional y Andy López Beltrán en Morena. Mientras el ciudadano en Culiacán grita: ¡fuera Rocha! El poder político del país grita: ¡no estás solo! Para esta camarilla la razón es simple: Rubén Rocha Moya es uno de los suyos y, si él cae, se desploma la engañifa de mantra de no robar, no mentir y no traicionar… es decir, mientras Rocha esté protegido no existirá razón alguna para renunciar.
