La semilla de la perdición
viernes, 24 de octubre de 2025
La semilla de la perdición

Culiacán es la ciudad más violenta del país; la capital de Sinaloa se convirtió en el último año en la entidad en la que sus habitantes se sienten más inseguros a nivel nacional. El catálogo del horror contempla miles de homicidios, otros miles de desaparecidos, miles de automóviles robados y lo mismo en negocios y casa habitación. Nueve de cada diez ciudadanos en Culiacán perciben la inseguridad a flor de piel… ¿cómo llegamos a esto?

La situación de inseguridad en la que se encuentra atrapada la población de Culiacán, es responsabilidad de todos, uno de sus factores es la carente o nula política pública en fortalecer los valores como el respeto, la honestidad, integridad, disciplina entre otros. Empezando en el hogar.

El deporte es la herramienta fundamental para desarrollar este y otros valores, principalmente en los niños, pero no existe ningún tipo de proyecto gubernamental de ningún nivel que contemple un desarrollo deportivo integral en el corto, mediano y largo plazo.

El deporte sólo ha representado, principalmente el popular, el oportunismo político de cara a las votaciones siguientes. El deporte profesional sólo construye grandes negocios para un pequeño grupo empresarial. El deporte como producto de lucro.

Si a esto le añadimos la corrupción desbocada que se manifiesta en la inversión multimillonaria del dinero público en entes privados como estadios, parques, acuarios, entre muchos otros, permitimos como sociedad la retorcida idea en los niños, principalmente, de que la corrupción entre gobernantes y empresarios es lo correcto.

La tarea de educar en casa ha fracasado; cuando toda una familia asiste a un partido de beisbol en el estadio Ángel Flores, la realidad es que se fomenta la tolerancia a la corrupción; y nada tiene que ver con el deporte, el estadio nos costó más de mil millones de pesos a los ciudadanos y todavía tenemos que pagar entrada, esa es corrupción, aunque se quiera ignorar. Lo mismo ocurre en el acuario de Mazatlán, el Jardín Botánico y demás estadios.

En el futbol, Dorados, ya desapareció de Sinaloa dejando atrás una estela de corrupción y, principalmente, una deuda con la juventud futbolera del estado, ya que el estadio lo construimos por el proyecto a desarrollar en fuerzas básicas para nuestros jóvenes, pero todo se volvió político y se corrompió hasta el tuétano.

El Instituto Sinaloense del Deporte se lo entregaron al “Chango” del beisbol, que una de sus virtudes era entrevistar en la vía pública a mujeres para ofrecer un dinero para que se quitaran los calzones mientras eran grabadas para dárselos al Chango y este los oliera entre burlas.

Ahora aparecen jóvenes de entre 16 a 23 años como sicarios de uno u otro grupo en guerra, y todavía existe población preguntándose en qué fallamos cómo sociedad, pero detrás de cada joven sicario, asesinado o desaparecido existe una familia que representó el primer filtro y un gobierno carente de sentido social y humanismo.





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