Harfuch: el aprendiz de Genaro García Luna
viernes, 8 de noviembre de 2024
Harfuch: el aprendiz de Genaro García Luna
 


Aunque guardando las proporciones, existe un paralelismo entre Genaro García Luna y su aprendiz Omar García Harfuch, pues ambos “superpolicías” se atribuyen trabajar con inteligencia, además, ambos estuvieron en el inicio de una narcoguerra en Sinaloa, pues al hoy sentenciado a 38 años de cárcel en Estados Unidos le tocó la primera ruptura en el
Cártel de Sinaloa en 2008, y ahora al secretario de Seguridad de Claudia Sheinbaum, tiene en puerta una de las más fuertes embestidas en el estado. Hace 16 años, como se documentó en varios libros, la fuerza del Estado se volcó para beneficiar a una de las facciones del crimen organizado, al grado que García Luna hoy es equiparado con el Chapo y el Mayo. Hasta ahora en este nuevo conflicto no hay nada claro, mientras llegan y llegan soldados, hay enfrentamientos, bajas, bloqueos y un sinfín de delitos que mantienen bajo asedio a la población sinaloense.

 

Por Santiago Rentería.

 

Por más que pretenda borrar el estigma de que Genaro García Luna no fue su “mentor”, el secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Omar García Harfuch mantiene varios paralelismos con el hombre que acaba de ser condenado a 38 años de prisión en Estados Unidos por estar involucrado con el Cártel de Sinaloa.

 

Pero mientras García Luna es sentenciado, García Harfuch -un policía emanado de las entrañas de la Policía Federal que diseñó y creó García Luna- se enfrenta ahora a un conflicto sin precedentes tanto en Sinaloa como en Chiapas.

 

En el 2008 en que estalló el primer conflicto del grupo dominante en Sinaloa, entre los hermanos Beltrán Leyva y el Chapo y el Mayo Zambada como aliados, García Harfuch tenía apenas 26 años, y daba sus primeros pasos en la corporación federal.

 

Nieto del general Marcelino García Barragán, secretario de la Defensa en la peor época mexicana con la matanza de octubre del 68 en Tlatelolco, y a su vez hijo de Javier García Paniagua, jefe de la Dirección Federal de Seguridad, la policía política del régimen priista, Harfuch trae el bagaje de estos hombres del lado oscuro del Estado mexicano.

 

Pero cuando ingresó a la Policía Federal con García Luna como jefe absoluto, era un joven más en las filas de una corporación que se inclinaba hacia un bando criminal.

 

LOS HECHOS DE AQUEL AÑO

 

Entre las historias que se recuerdan, con García Luna moviendo las bambalinas, en Culiacán se suscitaron enfrentamientos donde los policías federales traían la línea de atacar a los Beltrán Leyva.

 

Como el enfrentamiento que marcó ese año, ocurrido el 30 de abril, cuando federales reventaron una casa de seguridad en la colonia Guadalupe, a unos metros de la entonces casa del gobernador Jesús Aguilar Padilla.

 

Este episodio desató cruentas venganzas, pues fue asesinado en Ciudad de México el comisionado de la Policía Federal, Edgar Millán, crimen atribuido a Arturo Beltrán Leyva.

 

Unos días después, un grupo de agentes fueron acribillados cuando patrullaban en el centro de la Capital, y así sucesivamente la Federal se vio envuelta en enfrentamientos sangrientos en Sinaloa. La primera parte de esta narcoguerra se terminó cuando la Marina abatió a El Barbas en Cuernavaca en diciembre de 2009.

 

Sin embargo, al quedar otros personajes de raíz Beltrán, la guerra se extendió hasta por lo menos el 2013, con episodios de relativa calma en la entidad.

 

LA ERA DE HARFUCH

 

Dieciséis años después, Harfuch tomó el mando de Seguridad y Protección Ciudadana, que integra al Centro Nacional de Inteligencia, el órgano que recaba información sobre los grupos criminales.

 

Si bien el conflicto en Sinaloa inició el 9 de septiembre, hacia los últimos días del sexenio de López Obrador, ahora ya toda la logística recae en la administración de Claudia Sheinbaum, quien nombró a Omar como su “superpolícia”.

 

Justo al día siguiente de tomar el mando, Omar García anunció en Palacio Nacional el plan de seguridad para los primeros 100 días de gobierno, y luego viajó con el secretario de la Defensa, Ricardo Trevilla y el de la Guardia Nacional a Culiacán.

 

De nuevo, Harfuch y los mandos militares se aventaron la escena de caminar por las calles de la colonia Las Quintas, acompañados de todo un contingente de militares y vehículos artillados.

 

Después fue la reunión en la Novena Zona Militar, a donde llegó el gobernador Rubén Rocha Moya.

 

Lo que se ha visto en el actuar de las fuerzas armadas a partir de la llegada de los nuevos mandos, tanto como Harfuch como Trevilla, es que los enfrentamientos que han tenido de manera táctica han sido brutales.

 

El jueves 17 de octubre un enfrentamiento en la zona rural de Tepuche dejó seis civiles armados sin vida, en la región del Évora se realizó un operativo por tierra y aire que dio como resultado el arresto de cinco hombres, entre ellos un jefe de célula.

 

Pero, además, en el sur de Culiacán ese jueves se desataron bloqueos y enfrentamientos en toda la zona de la Maxipista, desde Elota hasta la sindicatura de Costa Rica. Se habló de una fuerte batalla en el ejido Coronel, con muertos que no se corroboraron.

 

En Villa Juárez y Sanalona también se reportaron enfrentamientos sin saldos aparentes. Ese jueves por la noche rafaguearon las instalaciones del periódico El Debate de Culiacán, durante la noche hubo robos, despojos e incendio de vehículos: un camión de transporte en el Ranchito, varias camionetas en el Campo El Diez y un camión de basura en la salida a Imala.

 

El clima violento siguió viernes y sábado, cuando fue privado de su libertad un repartidor de El Debate, además el domingo fueron a buscar a dos heridos a la Cruz Roja y al Hospital General, donde se introdujo un sicario para rematar a un lesionado.

 

Todas estas sacudidas recordaron los cinco años del primer “Culiacanazo” del 17 de octubre de 2019, cuando liberaron a Ovidio Guzmán López.

 

La violencia llegó a su cénit con el enfrentamiento en una finca del ejido Plan de Oriente, conocido como El 12, hacia Sanalona, donde abatieron a 19 presuntos pistoleros y fue detenido Edwin Antonio, alias El Max o El Oso, jefe de célula para los Zambada.

 

Toda esta situación sugirió a la opinión pública que el gobierno de Claudia Sheinbaum había activado un plan para atacar de manera directa a las células que mantienen bajo asedio en una guerra cruenta, pero que se repite tras estos largos 16 años de violencia… y ahora con el mando del “alumno” de Genaro García Luna.

 

 

 

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