Culiacán, Sinaloa – 8 de abril de 2025. Tras más de dos semanas de angustia e incertidumbre, familiares de Vivian Karely A., de 26 años, confirmaron este martes que el cuerpo localizado el lunes 7 de abril en el fraccionamiento Villa Fontana corresponde a la joven reportada como desaparecida desde el pasado 22 de marzo.
El cadáver fue hallado envuelto en una cobija negra y en avanzado estado de descomposición, en el cruce de las calles Salvador Alvarado y Magisterio Nacional, en la misma colonia donde fue vista por última vez. Debido al deterioro, la identificación oficial fue complicada, pero sus familiares lograron reconocerla en las instalaciones del Servicio Médico Forense (Semefo).
Búsqueda impulsada por la familia
Vivian Karely desapareció alrededor de las 9:00 de la mañana del 22 de marzo. Durante días, su caso no generó atención mediática ni respuesta efectiva de las autoridades. Por ello, sus familiares y amistades tomaron las calles: el 28 de marzo organizaron una marcha para exigir su localización con vida y mayor acción por parte de la Fiscalía.
El hallazgo de su cuerpo, en el mismo sector donde se reportó su desaparición, ha causado indignación en la comunidad. Colectivos feministas y ciudadanos han denunciado falta de reacción inmediata por parte de las instituciones encargadas de investigar casos de mujeres desaparecidas.
Violencia y omisión
Aunque hasta el momento no se ha emitido un dictamen oficial sobre la causa de muerte, las autoridades han confirmado que el cuerpo presenta signos de violencia, lo que abre la línea de investigación por homicidio, posiblemente con agravantes de género.
No hay personas detenidas ni líneas claras de responsabilidad, y la Fiscalía de Sinaloa no ha dado declaraciones amplias sobre el avance del caso.
Un nuevo rostro en una estadística que no deja de crecer
El feminicidio de Vivian Karely se suma a una larga lista de mujeres asesinadas en Sinaloa, en un contexto donde la violencia de género continúa sin respuesta estructural y los protocolos de búsqueda siguen dependiendo del impulso de las propias familias.
El caso revive el cuestionamiento social hacia las autoridades: ¿cuántas mujeres más deben desaparecer o morir para que se actúe con rapidez, perspectiva de género y compromiso real?