Por Redacción Especial
Culiacán, Sinaloa.— Aunque las autoridades insisten en que la violencia en México va a la baja, los ciudadanos parecen no compartir esa visión. Según la más reciente Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU), publicada por el INEGI, el 89.7 por ciento de los habitantes de Culiacán consideran que vivir en su ciudad es inseguro. Con esta alarmante cifra, la capital sinaloense se posiciona como la segunda ciudad con mayor percepción de inseguridad del país, solo por detrás de Villahermosa, Tabasco.
A nivel nacional, la percepción general tampoco es alentadora: seis de cada diez mexicanos mayores de 18 años creen que su ciudad no es segura. Lo más preocupante es que este dato se ha mantenido casi sin cambios en los últimos meses, lo que indica un estancamiento en la percepción pública, a pesar de las cifras optimistas que difunden las autoridades federales.
Desconexión entre cifras y realidad
La narrativa gubernamental apunta a una baja significativa en delitos de alto impacto. Desde septiembre de 2024, los homicidios dolosos han disminuido un 32.9 por ciento, y más de 18 mil personas han sido detenidas por crímenes graves. Sin embargo, esta mejora en las estadísticas no se refleja en las calles, ni en la tranquilidad de quienes habitan zonas con alta actividad delictiva como Culiacán.
Los ciudadanos viven una realidad paralela: calles que se vacían al anochecer, desconfianza hacia las corporaciones policiales y una sensación generalizada de abandono.
Espacios cotidianos, escenarios de miedo
El miedo no se limita a zonas marginadas o rurales. Según el INEGI, los espacios públicos que deberían ser seguros —como cajeros automáticos o el transporte colectivo— se han convertido en focos de ansiedad constante. A nivel nacional, el 69.1 por ciento de los ciudadanos se siente inseguro al utilizar cajeros y el 62.8 por ciento teme por su seguridad en el transporte público.
En Culiacán, la situación se agudiza por la presencia constante de operativos, bloqueos y enfrentamientos, que lejos de brindar seguridad, refuerzan la sensación de vivir en una zona de guerra silenciosa.
Desafíos para los ciudadanos
La alta percepción de inseguridad no es solo una estadística: afecta la vida diaria, la salud mental y la movilidad de miles de personas. El miedo limita actividades básicas, como salir a trabajar, estudiar o simplemente convivir en el espacio público. Además, alimenta la desconfianza hacia las autoridades y erosiona el tejido social.
Para revertir esta percepción, los expertos coinciden en que no basta con reducir los índices delictivos: es necesario construir confianza, mejorar la presencia policial con enfoque comunitario y garantizar justicia pronta y efectiva.
¿El reto? Reconstruir la seguridad, no solo contarla
Mientras el gobierno celebra caídas en los indicadores delictivos, la ciudadanía exige algo más profundo: una seguridad que se sienta, que se respire y que no sea solo un dato en papel. Lastimosamente para Culiacán, como en muchas otras partes de México, ese objetivo aún se ve lejano.