Culiacán, Sinaloa | 4 de junio de 2025 — Mientras las autoridades estatales repiten el discurso de que “hay avances en seguridad”, la capital sinaloense amaneció una vez más entre balazos, patrullas dañadas y detenciones opacas. Culiacán sigue siendo el epicentro de un conflicto que, lejos de disminuir, parece recrudecer cada semana.
Durante la madrugada, vecinos de la sindicatura de Imala reportaron un fuerte enfrentamiento armado en las comunidades de El Pozo y Mezquitita, donde hombres armados se enfrentaron a tiros generando pánico. Las autoridades no han informado sobre víctimas ni responsables. Solo quedó el eco de los disparos y el miedo sembrado.
Horas más tarde, en la colonia El Ranchito, se vivió una persecución entre fuerzas federales y un grupo armado. El saldo: tres patrullas de la Guardia Nacional averiadas con ponchallantas y ningún detenido. Una escena cada vez más común en calles culiacanenses.
A esto se suma la detención de un civil armado que portaba más de 350 mil pesos en efectivo. Aunque fue asegurado por fuerzas estatales, la información oficial ha sido mínima. ¿Quién es? ¿Por qué cargaba tanto dinero? ¿Hacia dónde se dirigía?... en fin.
Pero quizá el hecho más inquietante de lo que va de esta semana, fue la detención de siete policías municipales, acusados de atacar a elementos estatales frente a una clínica privada. La noticia provocó escándalo, no solo por el hecho en sí, sino por lo que representa: el choque entre corporaciones que deberían estar del mismo lado.
Horas después, el secretario de Seguridad de Culiacán, Sergio Leyva, renunció a su cargo. El alcalde Juan de Dios Gámez aseguró que fue por “motivos personales”, aunque la renuncia huele a crisis interna.
Una ciudad con más preguntas que respuestas
La narrativa del gobernardor Rubén Rocha, de que “todo está bajo control”, "Sinaloa es un lugar seguro para vivir" se desvanece frente a una ciudadanía que tiene que vivir entre retenes, balaceras y cuerpos armados que operan con total impunidad. Culiacán no solo enfrenta el crimen organizado: enfrenta también el desgaste institucional, la desconfianza en sus cuerpos de seguridad y la creciente indiferencia gubernamental.
Mientras tanto, la vida continúa. Los niños van a la escuela entre convoyes, los comerciantes bajan sus cortinas al menor ruido extraño y los ciudadanos seguimos esperando respuestas… o al menos, un respiro.