La presidenta Claudia Sheinbaum desestimó este jueves las críticas surgidas tras el polémico nombramiento de Hugo López-Gatell como parte de la representación mexicana ante la Organización Mundial de la Salud (OMS). Frente a cuestionamientos que califican el nombramiento como “inaudito” por su gestión durante la pandemia de Covid-19, la mandataria restó importancia a las voces expertas, asegurando que provienen “de los mismos de siempre”.
“Julio Frenk y todos ellos que desde el principio estuvieron en contra del gobierno...”, afirmó Sheinbaum, aludiendo a quienes han señalado omisiones y errores graves en el manejo de la emergencia sanitaria. Entre las críticas más contundentes se encuentra la de la Comisión Independiente de Investigación sobre la Pandemia, que denunció que con este nombramiento “no sólo se ignoran las lecciones de la pandemia, se envía una señal alarmante sobre la falta de compromiso del Estado mexicano con los estándares internacionales de salud pública”.
Pese a ello, Sheinbaum reiteró su respaldo a López-Gatell, a quien definió como “un gran profesionista” y aseguró que “va a hacer un buen papel en la OMS”. También intentó matizar el impacto diplomático del nombramiento, aclarando que se trata de “una de las representaciones de México en Ginebra”, y no del representante permanente ante Naciones Unidas.
El nombramiento ha generado amplio rechazo en sectores médicos, académicos y entre familiares de víctimas del Covid-19, quienes acusan a López-Gatell de minimizar la crisis, retrasar la implementación de medidas sanitarias y subestimar el impacto de la pandemia.
La reacción de Sheinbaum deja ver una preocupante tendencia: la descalificación automática de cualquier crítica técnica como si fuera únicamente un ataque político. En lugar de reconocer que el nombramiento de López-Gatell puede percibirse como una falta de autocrítica ante una gestión cuestionada por miles de muertes evitables, se recurre a la retórica del “ellos contra nosotros”.
Este discurso polarizante invisibiliza a víctimas, expertos y ciudadanos que piden respuestas, no lealtades ciegas. Si México quiere mostrar un compromiso serio con la salud global, debería comenzar por asumir con responsabilidad sus errores del pasado, no premiarlos con cargos internacionales.