Secuelas de la narcocultura: El dantesco feminicidio de Lidia Andree
lunes, 3 de agosto de 2020
Secuelas de la narcocultura: El dantesco feminicidio de Lidia Andree
 
En una sociedad como la de Culiacán, asfixiada por la violencia del narcotráfico y su narcocultura, el dantesco crimen en contra de una jovencita de 18 años levantó una andanada de comentarios en las redes sociales que contaban más que una historia, una novela negra y absurda que involucra a casi puras mujeres que llevaron hasta la más extrema locura, reclamar un supuesto robo de unas joyas. Ni la misma Fiscalía ha podido desenredar este sórdido crimen, pues durante la primera audiencia, una de las imputadas fue liberada por el juez, pero inmediatamente después volvió a ser aprehendida. Es el cuento de la impunidad: la poca certeza de que las víctimas reciben justicia en este Sinaloa del tejido social lastimado.

 

 

Por Santiago Rentería.

 

 

Desde que se supo que el cadáver calcinado en la colonia El Barrio durante la mañana del 2 de julio eran los restos de Lidia Andree, este caso del horror enfrentó a miles de culichis con la narcocultura que todos los días se refleja en la vida cotidiana, pues de inmediato se supo que eran puras mujeres jóvenes las involucradas en este feminicidio.

 

 

Más que novela negra, el final de la jovencita vecina de la colonia Guadalupe Victoria y de sus “verdugas”, dan pie a la novela del horror. Dentro de la Carpeta de Investigación integrada por el ministerio público especializado en feminicidio, si algo de coherencia hay para obtener una sentencia contra las inculpadas, es la historia que cuenta y que dio inicio el 30 de junio reciente.

 

 

Según los testimonios obtenidos por la Fiscalía, vertidos durante la audiencia inicial contra dos de las cuatro imputadas, todo comenzó ese día en que se iba a dar una fiesta en un departamento de Culiacán.

 

 

Ese día, Lidia Andree, una joven que tenía meses de haber celebrado sus 18 años, pidió permiso para quedarse a dormir en casa de una amiga. Se dirigió con su amiga Itzel, conocida como La China.

 

 

De la casa de La China se fueron al departamento donde sería la fiesta, pero fue en ese domicilio donde una de las inculpadas reconoció que se perdieron unas joyas propiedad de la menor de 15 años, M.K., y que por lo tanto responsabilizaron a Lidia y a La China de haberlas hurtado.

 

 

De acuerdo con familiares, Lidia y su madre no se llevaban bien, ya que ésta tenía otra pareja con quien ya había procreado otros hermanos. Por eso, Lidia Andree había preferido vivir con la abuela en su casa de la Guadalupe Victoria.

 

 

Cuando la víctima del robo, M.K., se dio cuenta, pidió ayuda a Paola Sugey y Erandy para ir primero con La China. Ella fue quien dijo dónde vivía Lidia y entre todas fueron por ella.

 

 

Los testimonios señalan que fue la menor de 15 años una de las que se bajó de la unidad en donde se llevaron a Lidia Andree a la fuerza. En casa estaba la abuela que vio cómo sucedió la privación de la libertad. Sin embargo, la señora falleció recientemente. No se estableció la causa del deceso.

 

 

Según la investigación, cuando las chicas encararon a Lidia y a La China, la primera de ellas admitió supuestamente el robo de las joyas, y regresó algunas, diciendo que el resto las pagaría, pero en realidad, las jóvenes ya traían en mente el crimen.

 

 

Cuando la familia de Lidia Andree buscó a las mujeres para cuestionar sobre el paradero de la víctima, alegaron que la dejaron cerca de su casa, y alcanzaron a ver cuándo supuestamente se subió a una motocicleta con un hombre que no habrían identificado.

 

 

UN CUERPO EN EL BALDÍO

 

 

Al día siguiente, la Policía de Investigación encontró el cadáver de una persona calcinada en un predio de la colonia El Barrio.

 

Una fuente de la Fiscalía General del Estado confirmó que el hallazgo no ocurrió debido a una llamada anónima, sino de un informe confidencial de una persona que supo la historia del crimen.

 

 

“No hubo reporte al C-4, los investigadores llegaron directo al baldío porque ya tenían la información del cuerpo”, comentó.

 

 

Fue muy temprano ese jueves 2 de julio cuando el personal forense llegó y realizó las diligencias con un cuerpo al que le habían echado un combustible como acelerante. De toda la humanidad de la víctima, sólo era posible distinguir un brazo que quedó en forma de arco y la cabeza: todo lo demás eran cenizas y algunos huesos.

 

 

Por este motivo, cuando se le avisó a la familia que los restos carbonizados podrían ser los de Lidia Andree, accedieron de inmediato a realizarse las pruebas de ADN necesarias.

 

 

Mientras tanto, la Fiscalía había activado el Protocolo Alba de búsqueda de mujeres adultas para solicitar apoyo a la ciudadanía. Sin embargo, días más tarde se confirmaría la noticia funesta de que los restos calcinados de El Barrio, era Lidia Andree.

 

 

EN REDES SOCIALES

 

 

Tras los exámenes confirmatorios de la identidad, además de los testimonios ya recabados, de inmediato en las redes sociales comenzó una ola de rumores que apuntaban a las presuntas responsables.

 

 

De hecho, desde que se confirmó la identidad de la víctima, familiares de Lidia Andree escribieron en sus cuentas de Facebook que las autoridades ya estaban detrás de las responsables.

 

 

Con esto, surgieron varios nombres, entre ellos el de Erandy, una enfermera cuya fotografía circuló en redes sociales por varios días, junto con otra chica que simplemente identificaron con la letra K.

 

 

Mientras que el ministerio público trabajaba a contrarreloj para imputar el feminicidio a las mujeres, en redes como Instagram y Facebook relataban los más escabrosos motivos para reducir a cenizas a una jovencita.

 

 

Fue hasta el viernes 17 de julio en que la Fiscalía llevó a su primera audiencia a ambas jóvenes, a Paola Sugey y a Erandy. De MK, la dueña de las joyas, se dijo que fue puesta a disposición del juez especializado en menores al tener 15 años.

 

 

En la audiencia del viernes, salió la historia de las joyas robadas. Pero el juez no encontró suficientes pruebas para darle prisión preventiva a Erandy, así que sólo fue a Paola.

 

 

Al salir del Centro de Justicia Penal de Culiacán, elementos de la Unidad Especializada en Aprehensiones de la Fiscalía, ya esperaban a Erandy con otro mandamiento judicial que tampoco prosperó. Hasta ahora, sólo Paola Sugey es la única presa, pero la Fiscalía aseguró que todavía puede actuar contra Erandy.

 

 

En cambio, de forma soterrada, se dijo que faltaba una tercera involucrada a la que identificaron con el nombre de Elena. La China, amiga de Lidia Andree, permanece en calidad de testigo.

 

 

ALGO NO CUADRA

 

 

El martes 21 de julio, familiares y amigos marcharon de la Catedral a la Fiscalía General del Estado. Lo hicieron con temor e incluso a pesar de ser un número reducido de personas.

 

 

Un fiscal les recomendó que no lo hicieron: por eso de manera tímida, la poca familia que se congregó, trataba de evadir con respeto las preguntas de los reporteros.

 

 

Sin embargo, durante la marcha un familiar contó que algunas cosas “no cuadraban”, como el hecho de que ningún hombre esté involucrado. Se habla de otra implicada, protegida por un narco de la sindicatura de Costa Rica.

 

 

“Una de las muchachas es de Costa Rica y está protegida por un narco junior. Yo creo que alguien de ese ambiente les ayudó y tienen protegida a esta niña de Costa Rica, la misma que, estoy seguro, fue la de la idea retorcida de quemar a mi sobrina”, declaró.

 

 

La marcha terminó en el edificio de la Fiscalía, por el bulevar Sánchez Alonso, en el Tres Ríos. Terminó la marcha, los gritos de justicia, pero no la historia de terror que de un día para otro escribieron varias jóvenes que terminaron con la vida de una chica en la flor de la juventud. Ese 2 de julio, Lidia Andree se convirtió en el feminicidio número 14 del 2020 en Sinaloa.

 

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