En Culiacán se habla de un repliegue, de una posible tregua temporal luego de que ambos grupos empezaron a sacar lo peor de sí mismos en un conflicto que era meramente doméstico y ha escalado a un punto en el que la aniquilación total parece ser la única salida. Lo cierto es que dos hechos que sacudieron a la opinión pública las últimas semanas marcaron el rumbo de una guerra que ninguno de las dos grandes facciones del Cártel de Sinaloa desea: la masacre de pobladores de Bagrecitos y el asesinato de un sobrino de Rafael Caro Quintero, a quien persiguieron por varios kilómetros a través de la zona norponiente de la capital sinaloense, hasta llegar al Desarrollo Urbano Tres Ríos. Y en medio de todo esto, un gobierno local y federal desdibujado que da palazos de ciego con operativos poco efectivos.
Por Redacción DeprimeraNoticias.
De pronto, tras el crimen del joven Santiago Eduardo Payán, sobrino de Rafael Caro Quintero y de Genaro Payán Quintero, la violencia desatada en la capital del estado, debido a la pugna que mantienen las células desencontradas de Los Chapitos e Ismael Zambada García, El Mayo, comenzó un proceso de repliegue y de una tregua no pactada entre ambos grupos.
El asesinato del joven de 26 años sacudió los hilos de los círculos mafiosos, ya que de acuerdo con comentarios que corrieron en redes sociales, Santiago Eduardo no “tenía vela en el entierro”, y sin embargo fue perseguido por decenas de cuadras, desde un salón de fiestas en el sector Cuatro de Marzo, hasta el Tres Ríos, muy cerca de donde se resguardara Ovidio Guzmán López aquel jueves 17 de octubre de 2019, en que el Cártel de Sinaloa terminó por arrodillar al gobierno federal.
Todo ocurrió al amanecer, de acuerdo con investigaciones de la Secretaría de Seguridad Pública que no se quiso dar por enterada de las balaceras que se diseminaron por varios sectores; en un salón de fiestas conocido como La Joya, el cual se encuentra por la calle Amapola de la colonia Juntas de Humaya.
Allí se había armado el convivio desde la noche del 11 de julio, con una fiesta que se prolongó hasta la mañana, cuando irrumpieron sicarios en busca de Santiago Eduardo. Los disparos comenzaron en ese punto, de hecho, la Fiscalía recogió decenas de casquillos en el lugar.
De ahí el joven sobrino de El Gringo Payán logró escapar a bordo de un Jeep Rubicón color blanco, de modelo reciente, por lo que fue perseguido. La balacera se escuchó por varias colonias, cuyos habitantes entraron en pánico.
El joven Payán logró alcanzar el bulevar Enrique Sánchez Alonso, en un acto desesperado de escapar del fuego enemigo, pero terminó impactado en un muro de una residencia, cerca de la farmacia Guadalajara, en donde los matones continuaron disparando.
Ahí quedó gravemente herido. Replegado el grupo armado, personas allegadas auxiliaron a Payán para ser internado en una clínica particular de la colonia Chapultepec.
En la banqueta y en forma atravesada quedó el Jeep Rubicón con rastros de sangre. En ese momento llegaron elementos de la Policía Estatal Preventiva, del Ejército y la Guardia Nacional, pero no se sabía nada. Eran pasadas las siete de la mañana del 12 de julio.
Horas más tarde, a las 11:15 de la mañana, personal médico de la Clínica CEMSI informó a las autoridades que un joven de nombre Santiago Eduardo Payán Fernández, de 26 años, murió cuando era atendido de las heridas de gravedad que acusaba. Pronto se supo la filiación del joven fallecido, se atribuyó el caso a uno de tantos de la violencia interminable de Culiacán.
Como siempre, el personal forense que llegó después a contar los saldos de la balacera, dio parte de más de 500 casquillos de diferentes armas de fuego que fueron encontrados en varios puntos de la persecución, iniciando en el salón La Joya.
Unas fotos recientes de la Universidad Golfo de California, campus Culiacán, dan cuenta de una ceremonia de graduación da un joven de barba cerrada y colorada, parecida a una vieja imagen del Gringo Payán en sus mejores años.
Del Gringo Payán, de nombre Genaro, se sabe que fue operador del Mayo Zambada hasta su captura ocurrida en junio de 2015, cuando se encontraba en uno de sus ranchos cercano a la sindicatura de Pericos, Mocorito. La Secretaría de Marina, que meses atrás había dado importantes golpes contra el Cártel de Sinaloa, detuvo a El Gringo junto con tres elementos de la Dirección de Servicios de Protección que había contratado para cuidar una agrícola, pero que en realidad usaba como escoltas oficiales.
Payán Quintero, familiar de Caro Quintero, fue trasladado en aquella ocasión al penal de máxima seguridad de El Rincón, Nayarit. Todavía se encuentra en espera de sentencia después de cinco largos años.
Sobre el crimen de su sobrino en Culiacán, la Secretaría de Seguridad Pública que dirige el teniente coronel Cristóbal Castañeda Camarillo, envió un escueto comunicado sólo para desmentir que el tiroteo donde murió el joven Santiago Eduardo se tratara de enfrentamientos entre grupos de sicarios. Para la SSP, todo se trató de una sola balacera.
GUERRA APLAZADA
Fue después de este suceso en que la guerra entre los bandos de El Ruso y El Niní, jefe de seguridad de Los Chapitos, comenzó a permanecer a la deriva como hasta el cierre de esta edición.
Estancada también por otro punto de inflexión, el ataque contra pobladores civiles de la comunidad de Bagrecitos, en Tepuche, fue una sacudida para ambas filas de las facciones en pleito, ya que fue la primera vez que, en un evento indiscriminado, sicarios dispararon contra personas que no guardan relación con ninguno de los bandos.
Fue el 24 de junio pasado cuando un grupo numeroso de pistoleros bajo las órdenes de Los Chapitos incursionó en varias comunidades de Tepuche para intentar dar con el paradero de El Ruso y varios de sus lugartenientes, que de acuerdo con informes de las autoridades, desde el principio del conflicto se replegaron sierra arriba.
Llegaron a Bagrecitos preguntando “por el señor”, según testimonios de varios pobladores, pero al no encontrar a un hombre, al parecer jefe de la zona, los matones arrasaron en total con ocho pobladores civiles. Otro más sí habría tenido un arma de fuego en su poder, según la SSP.
Las nueve víctimas identificadas de Bagrecitos fueron identificadas como Silvino L, Ramiro Secundino L, Ángel L, Marcos Aurelio L, Jacinto L, Víctor Armando R, José Ángel Iván B, Juan Carlos R, y Jesús Ernesto A.
En las afueras de Bagrecitos, los sicarios de Los Chapitos abrieron fuego contra siete hombres de El Ruso, y serían los jóvenes que fueron encontrados vestidos de ropa oscura, con equipo táctico, pecheras, radios y armas de fuego automáticas, los cuales estaban a un lado de una camioneta Toyota Hilux color blanca, también “rafagueada” a balazos.
De ellos, tres fueron identificados como jóvenes originarios de Mexicali, y con esto surgió la idea de que estaban reclutando pistoleros de la frontera para pelear la reyerta mortal en el norte de Culiacán.
Mientras que, en las redes sociales, la gente de los hijos del Chapo exhibió los cadáveres de “los rusos”, donde se ven a los jóvenes acribillados tirados en el suelo, de los civiles de Bagrecitos no se mencionó ninguna palabra. Todo indica que se trató de un error, un exceso cometido a la luz de un conflicto que no ha visto salida formal.
LA BATALLA DE LOS RADIOS
En una de las tantas escaramuzas durante junio, un grupo de El Niní logró levantar al encargado de las comunicaciones de El Ruso, un hombre apodado Azabache, y fue ahí cuando una madrugada, cientos de personas fueron testigos de cómo se envolvieron en dimes y diretes uno de los líderes de El Ruso, con otro de los hijos del Chapo.
Ya anteriormente, tanto uno y otro bando habían filtrado audios de radiofrecuencia y hasta videos donde se interroga y tortura a personas. Uno de esos audios se oye la voz de un hombre presume que El Ruso tiene a su disposición inmediata 100 camionetas con hombres armados para entrar a Culiacán y reventar casas y privadas con la intención de exterminar a los contrarios.
De esta manera, posteriormente en una especie de comunicado narquil usando las frecuencias de “los rusos”, un hombre les informó que Azabache se había cambiado de bando, y que les pedían lo mismo para todos los que estuvieran escuchando. Si lo hacían obtendrían amnistía de parte de Los Chapitos para adherirse a su grupo y dejar solo al Ruso.
Incluso parecía leer un escrito por el radio:
“Aquí nadie apoyará a El Ruso ya que él no es gente de nadie, no tiene respaldo ya que trae con mentiras a sus pistoleros, si quieren venir a trabajar con un cártel, yo no soy un pistolero con aires de grandeza como El Ruso, aquí no falta la quincena, no va a llegar muy lejos, nomás los tiene a ustedes como carne de cañón”, señaló.
También se refirió a Gabriel Valenzuela o Julián Grimaldi de Paredones, de quien dijo “ya está muerto”. Y por último dejó la invitación abierta: “A quien guste venir, busquen la manera, aquí son bienvenidos”, y recordó a la gente de Los Dámaso que se unieron a ellos, hoy siguen como encargados de zona.
Acto seguido, en la misma transmisión radial pasa al Azabache para que hable a sus ex compañeros de campaña, y los invitó a unirse y dejar el territorio de Tepuche libre. Eso sí, mencionó a dos que no cuentan con la invitación a dejar las armas: El Ruso y el Poncho, “a esos donde se escondan los vamos a encontrar porque han hecho muchas injusticias”.
Hasta el momento fuentes de inteligencia de Gobierno desconocen si la oferta de cambiarse de bando rindió algún fruto en las filas del sicariato para cambiarse de bandera, lo cierto es que pobladores de la zona de Paredones confiaron que desde hace días comenzaron a regresar ex trabajadores de Los Gabrieles a la zona.
“Para nosotros hay de dos: o la gente regresó a sus casas porque se cambiaron de bando o porque tuvieron que decir una información muy importante”.
Sin embargo, un dato que resaltó de la llamada-comunicado es que se acusó a los pistoleros de El Ruso de grabar videos para alarmar la población civil, sin que se sepa si se refirió a los videos que circularon donde unos jóvenes armados aseguran que Los Chapitos pusieron “toque de queda” en Culiacán por la pandemia de Covid-19.
Así, de nueva cuenta se volvió a publicar otro audio en las redes sociales, en donde se escuchan por más de 20 minutos a dos hombres discutir. Se les atribuyen que son El Poncho de la Lima, lugarteniente de El Ruso, y El Nini, jefe de pistoleros de Los Chapitos.
A lo largo de los minutos de grabación, se escucha una discusión acalorada reclamándose la gestión de las facciones del Cártel de Sinaloa. Los dos tratan de sacar los mejores argumentos para defender su causa. Colgados en el Youtube en la cuenta MéxicoDifunde, creada exprofeso para difundir estos audios, cada uno de los videos cuentan con miles y miles de reproducciones y cientos de comentarios, de personas que comentan el pleito verbal que sostuvieron los dos presuntos jefes de un grupo y otro.
SEGURIDAD PÚBLICA AUSENTE
Como ya DeprimeraNoticias publicó en su edición pasada, el golpe mortal que representó la masacre de Bagrecitos el 24 de junio pasado, provocó el éxodo de decenas de personas, sobre todo de mujeres, jóvenes, niños y niñas que peleaban antes por un trozo de tranquilidad en aquellos pueblos ahora envueltos en el miedo.
Siempre omisos e indecisos, desde que comenzó el conflicto armado en la región el Gobierno del Estado sólo envió paliativos a la zona, con operativos móviles de las tristemente célebres Bases de Operaciones Mixtas Urbanas (BOMUS) o con sobrevuelos de helicópteros que pasaban por encima del cielo de Tepuche sin avistar ningún grupo armado.
Tras el suceso que le dio un giro a la guerra en Bagrecitos, que concluyó con la expulsión de cientos de personas, incluyendo a pistoleros refugiados, el Gobierno del Estado anunció que solicitó a la Guardia Nacional más elementos, pues a principios de mes se habían informado de la llegada de 300 efectivos del cuerpo militar a Sinaloa.
Además, el secretario de Seguridad, Cristóbal Castañeda Camarillo, indicó que buscarían pasar de cinco BOMUS a un total de diez para poder maniobrar en la zona, ya que, debido a la lejanía con la ciudad, era imposible llegar a tiempo a los reportes de enfrentamientos y balaceras.
En una declaración poco afortunada, Castañeda dijo que se tenían las bases operando en Tepuche, pero los ciudadanos afectados de la zona desmintieron y aseguraron que no instalaron ninguna base. Sin embargo, a lo que se refería Castañeda eran a esas “bases móviles” integradas por Guardia Nacional, Policía Estatal, Ejército, Marina y Policía Municipal.
“Seguir trabajando con la mayor presencia, ya inclusive se hizo una petición por parte de Gobierno del Estado a la Guardia Nacional para incrementar los efectivos en esa área. Ahorita nosotros tenemos diez bases operando, se pidieron diez bases más para operar en toda esa área”, comentó esa vez.
Desde el pasado 12 de julio, luego del crimen del sobrino de Caro Quintero, en Tepuche se vive una calma tensa, mientras los desplazados por la violencia tratan de adaptarse a una nueva vida en la ciudad, lejos del campo.