Pacto entre narcos en Tepito: Las redes de los Beltrán Leyva
viernes, 14 de febrero de 2020
Pacto entre narcos en Tepito: Las redes de los Beltrán Leyva
  

 

Cuatro meses antes de entregarse a las autoridades, La Barbie, logró reunir a 20 familias dedicadas al narcomenudeo en las calles del Barrio Bravo a través de una nueva organización criminal: La Unión. Luego de que Arturo Beltrán Leyva fuera abatido por la Marina en un operativo de Cuernavaca, La Barbie recibió amenazas por parte de los otros integrantes del clan de los Beltrán Leyva por no haber acudido a defender a su ex jefe. Sabiendo que le estaban pisando los talones, La Barbie intentó salvar un poco del poder que se le estaba desmoronando de la manos ante los embates procedentes desde varios flancos. Su intento de salvarse produjo un baño de sangre.

 

 

 

Por Redacción De Primera Noticias.

 

 

 

La tarde del 18 de mayo de 2010 varios autobuses se estacionaron en el Eje 1 Norte, en pleno corazón del barrio de Tepito, considerado el epicentro del crimen organizado en la capital mexicana. De esos autobuses descendieron al menos 100 hombres que llevaban gorras y se apostaron en grupos de cuatro o cinco en distintas esquinas del sector. Junto con los autobuses llegó una camioneta Caravan dorada de la que bajaron varios sujetos que se internaron en una vecindad de la calle de Hojalateros.

 

 

Policías del C5 de la Ciudad de México vieron el despliegue a través de las cámaras de vigilancia y se ordenó a los policías auxiliares en calle que se acercaran a la zona para intentar averiguar quiénes eran esos sujetos identificados con gorras que permanecían de pie, sin hablar, aparentemente sin armas o por lo menos no visibles desde las cámaras.

 

 

Un policía auxiliar preguntó y le contestaron que eran gente de un líder de vendedores ambulantes que se disponían a bloquear la calle Eje 1 en protesta contra el gobierno del entonces jefe capitalino Marcelo Ebrard. La respuesta no convenció a las autoridades y siguieron vigilando de cerca: las patrullas iban y venían, las llamadas a los “informantes” en Tepito que tenían los jefes policiacos no cesaban.

 

 

Seis horas después de que llegaron los autobuses, a las 21.20 horas los hombres recibieron la orden de regresar a las unidades y se retiraron del lugar. Pronto se supo lo que había ocurrido: esa tarde de mayo de 2010, cuatro meses antes de ser detenido o de que se entregara a las autoridades, Édgar Valdez Villarreal, La Barbie, se había reunido con líderes de 20 familias dedicadas al narcomenudeo y otras actividades ilegales en Tepito, y habían llegado a un pacto para formar una organización criminal que los conformara a todos para controlar el negocio de la droga y del cobro de piso a empresarios. Fue así como nació el cártel de La Unión de Tepito.

 

 

Tarde de pactos y bebidas

 

 

De acuerdo con un comandante de la Policía Judicial del Distrito Federal entrevistado por Antonio Nieto y Sandra Romandía, coautores del libro Narco CDMX: El monstruo que nadie quiere ver, a la vecindad de la calle de Hojalateros ingresaron tres personas, entre ellas, La Barbie. En una de las casas de la vecindad, decorada con altares a la Santa Muerte y a San Judas Tadeo, custodiada por halcones y sicarios con cangureras o mochilas de las conocidas como mariconeras donde llevan armas cortas escondidas o sobres con droga,  La Barbie se reunió con los líderes de las familias que desde décadas atrás se dedicaban al narcomenudeo.

 

 

Adentro generalmente resguardaban cargamentos de aparatos electrónicos robados, joyas, animales exóticos, botellas de alcohol fino y, por supuesto, paquetes con cocaína o marihuana. Además, los departamentos que alguna vez alojaron a los capos durante su infancia, ahora eran oficinas con conductos secretos para conectarlas con otras viviendas. Algunas estaban equipadas como salas de juntas similares a las de cualquier empresa de medio pelo para arriba. Tenían largos sillones de cuero, mesas de caoba, pantallas de televisión, cocina y cantina con las bebidas más lujosas”, señalan los autores citando al comandante de la Policía Judicial que conocía bien esos rincones.

 

 

En dicha reunión, en la que hubo varios recesos en los que los presentes aprovechaban para comer y beber, se llegó a un pacto para unir a las bandas de Tepito bajo el padrinazgo de La Barbie, quien les surtiría de cocaína y anfetaminas importadas desde Sudamérica vía el puerto de Acapulco a un precio de 180 mil pesos por kilo. Valdez Villarreal también prometió proteger a las familias usando sus contactos en las desaparecidas Procuraduría General de la República (PGR) y Policía Federal.

 

 

Cuando La Barbie buscó el acercamiento con los narcomenudistas de Tepito se encontraba amenazado por varios flancos. La noche del 16 de diciembre de 2009, durante el operativo de la Marina para detenerlo en los condominios Altitude, en Cuernavaca, Arturo Beltrán Leyva le llamó para pedirle apoyo porque no pensaba rendirse. La Barbie le aconsejó que se entregara. Los Beltrán lo acusaron de traición y pusieron precio a su vida.

 

 

Valdez Villarreal logró salir con vida de varios intentos para matarlo. Desprendido del clan de los Beltrán, a través del cual había conseguido empoderar a su grupo en Guerrero, intenta reconfigurar su poder por medio de las familias que controlaban el narcomenudeo y otros negocios ilícitos en distintos barrios de la Ciudad de México. Tras la reunión que sostuvo el 18 de mayo de 2010, nace la Unión de Tepito y él se queda con la plaza para la venta de cocaína y anfetaminas.

 

 

Sin embargo, el cerco a su alrededor cada vez era más estrecho y acabó por entregarse el 30 de agosto de ese año en una casa de campo ubicada en la localidad de Cañada de Alferes, municipio de Lerma, en el Estado de México, adonde llegaron elementos de la Policía Federal que presumieron la captura como resultado de “un trabajo de inteligencia que se desarrolló en diversos puntos del país”. El propio expresidente Felipe Calderón hizo referencia en su cuenta de Twitter a la captura de Valdez Villarreal, a quien definió como "uno de los criminales más buscados en México y en el extranjero", por el cual la justicia mexicana ofrecía 30 millones de pesos.

 

 

El terror de La Unión

 

 

En Tepito se consigue todo e históricamente han sido familias las que han manejado el negocio, antes de una manera más tranquila, más limitada a la piratería, a la venta de mercancías, robadas o no, y al narcomenudeo. Pero tras la fundación de La Unión estas familias empezaron a ser más fuertes y a eliminar a quien no quisiera adherirse a ellas, a estar de su lado en el negocio. Es entonces que comenzaron a llegar a otras zonas de la ciudad donde antes no estaban y crearon una estructura mucho más sofisticadas para la distribución.

 

 

El 1 de octubre de 2010 quedó registrada la primera masacre atribuida a este grupo. Debido a que la familia Fortis Mayen, quienes habitaban una vecindad en el 138 de la calle Libertad, no quisieron sumarse a la organización, dos mujeres integrantes de la familia fueron secuestradas y asesinadas y sus cuerpos tirados en la zona norte de la ciudad.

 

 

La familia Fortis Mayen y otras que hasta entonces eran consideradas “tradicionales en el mapa del narcomenudeo en Tepito” no contaron con la capacidad de fuego y organización de La Unión, cuya aparición y empoderamiento repentino gracias al ejército de sicarios que reclutaron acabó por obligar al resto de las familias a ceder, adherirse a este grupo, a pagarle derecho de piso por seguir vendiendo droga y a sujetarse a sus reglas, a sus designios. Mientras tanto, el gestor de la idea que buscaba con esto salvaguardar su propio poder, se encontraba preso en el penal del Altiplano, en espera de ser extraditado a Estados Unidos donde en 2018 recibió una sentencia de 49 años de prisión.

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