Nuevos testimonios incriminan a la DEA y a la CIA en el asesinato de Camarena
martes, 24 de marzo de 2020
Nuevos testimonios incriminan a la DEA y a la CIA en el asesinato de Camarena
  

 

35 años después del asesinato del agente de la DEA, Enrique Camarena Salazar, autoridades estadounidenses evalúan la posibilidad de reabrir el caso luego de los testimonios  de tres ex policías mexicanos convertidos en testigos protegidos, quienes declararon ante el Departamento de Justicia que funcionarios de la DEA y de la CIA participaron en el secuestro, tortura y asesinado de “Kiki” Camarena.

 

 

 

Por Redacción De Primera Noticias.

 

 

 

Entre 2018 y 2019, los ex policías mexicanos Ramón Lira, René López y George Godoy, testigos protegidos que aceptaron haber trabajado para el Cártel de Guadalajara en los años 80, declararon ante agentes del Departamento de Justicia de los Estados Unidos por el caso de Enrique Camarena Salazar.

 

 

Los testigos involucraron en el secuestro, tortura y asesinato de “Kiki” Camarena a un funcionario de la DEA y a un agente de la CIA, quienes habrían participado junto con los capos mexicanos y agentes de la Dirección Federal de Seguridad en el homicidio cometido en una vivienda ubicada en la calle Lope de Vega 881, colonia Jardines del Bosque, en Guadalajara.

 

 

La viuda de Camarena, Mika, confirmó al periodista Brad Heath que los tres expolicías habían dado su testimonio en 2018 y que durante los interrogatorios se les habían mostrado fotografías antiguas de ex funcionarios estadounidenses para determinar su probable participación en los hechos que sacudieron la estructura del mapa criminal en México durante la segunda mitad de la década de los ochenta.

 

 

“No está claro cuánto peso atribuyen las autoridades a las acusaciones, pero entrevistaron a los testigos varias veces y los interrogaron durante horas sobre el asesinato de Camarena y una serie de reuniones en los meses anteriores. Los investigadores están buscando testigos adicionales para ver si las acusaciones pueden ser corroboradas”, señaló Heath en un reportaje publicado recientemente en USA TODAY.

 

 

Los expolicías, quienes se desempeñaban como guardias de seguridad para los capos del cártel, también hablaron con Heath y relataron que les dijeron a los investigadores que agentes estadounidenses estuvieron presentes en reuniones donde se discutió el secuestro de Camarena, e incluso, aseguraron que un funcionario de la DEA aceptó dinero de los narcos.

 

 

El gobierno estadounidense había desestimado la teoría de que sus agencias de seguridad estuvieran involucradas en el crimen y había tratado el asunto como “un mito”, pero ahora un agente del Departamento de Justicia confesó a Heath que “no se puede simplemente ponerlo en un cajón y olvidarse del caso”. Si algo resulta de la investigación sigue siendo incierto, pero las acusaciones son demasiado alarmantes para ignorarlas, dijeron las autoridades, por lo que el Departamento de Justicia comenzó a reexaminar el caso el año pasado.

 

 

 

De acuerdo con Heath, analistas en temas de seguridad cercanos al caso señalan que hay razones para ser escépticos de que gran parte de la nueva investigación salga a la luz: “Los casos penales rara vez mejoran con el tiempo, ya que tanto los recuerdos como las pruebas se desvanecen, y la investigación del asesinato de Camarena ha producido una gran cantidad de pruebas contradictorias que harían que cualquier enjuiciamiento sea especialmente desafiante”.

 

 

Pruebas falsas

 

 

USA Today señaló que en el año de 1997 la credibilidad de un testigo del gobierno en el caso Camarena y las pruebas presentadas para incriminar a dos personas fueron objeto de escrutinio.

Michael Malone, un antiguo agente del Buró Federal de Investigaciones (FBI por sus siglas en inglés) y testigo experto, aseguró que las muestras de cabello tomadas de dos sospechosos en el juicio por el asesinato de Camarena, René Verdugo y Juan Matta-Ballesteros, correspondían con el cabello encontrado en la casa de Guadalajara donde Camarena fue torturado. La evidencia puso a ambos hombres en la escena del crimen.

Los científicos del FBI hicieron tales afirmaciones durante años frente a jueces y jurados, señala Heath, pero esas afirmaciones estaban equivocadas.

Una investigación interna del Departamento de Justicia en 1997 descubrió que Michael Malone había “testificado falsamente” ante el Congreso. Años más tarde, otra revisión del Departamento de Justicia descubrió que “había creado en varias ocasiones informes de laboratorio científicamente inadmisibles y había proporcionado testimonios falsos, engañosos o inexactos en juicios penales”.

Malone dejó el FBI en 1999. Antes de su partida, los abogados del Departamento de Justicia comenzaron a revisar cientos de casos en los que Malone había analizado pruebas forenses y pidió a los fiscales de todo el país que ayudaran a identificar aquellos en los que su trabajo desempeñaba un papel importante.

Pasaron diecisiete años antes de que los fiscales informaran a René Verdugo Urquidez, uno de los presos por el caso Camarena,  que el testimonio que lo vinculaba con un cabello encontrado en la escena del crimen excedía “los límites de la ciencia”. Para entonces, Verdugo ya había pasado 32 años en prisión. Fue liberado en diciembre de 2018.

 

El testimonio de Berrellez

 

 

En 2013 La cadena de noticias Fox News entrevistó a tres ex agentes de la DEA que aseguraron que su ex compañero habría sido torturado y asesinado no por el narcotraficante mexicano Rafael Caro Quintero sino por agentes de la CIA.

 

Jimmy Gurule, fiscal federal adjunto de Los Ángeles que llevó el caso de Camarena; Héctor Berrellez, ex agente de la DEA, y Phil Jordon, jefe de la oficina de la DEA en El Paso, Texas, dieron a conocer que la CIA, en complicidad con la desaparecida Dirección Federal de Seguridad fueron las responsables del secuestro de Camarena cuando éste salía de las oficinas del Consulado de Estados Unidos en Guadalajara la mañana del 7 de febrero de 1985.

 

Durante varios días lo tuvieron cautivo hasta que integrantes de la CIA acompañados por agentes de la DFS y sicarios del Cártel de Guadalajara lo torturaron durante aproximadamente 30 horas. Durante ese lapso de tiempo, Camarena, de 38 años de edad, habría sufrido fractura de cráneo, quijada, nariz, se le taladró la cabeza y se aplicó tortura con una macana eléctrica para el ganado. Cuando Camarena quedaba inconsciente, aseguró Phil Jordon durante la entrevista con Fox News, Caro Quintero ordenaba que le inyectaran lidocaina para despertarlo y continuar con la tortura.

 

Sin embargo, habrían sido agentes de la CIA quienes dieron muerte a Camarena. De acuerdo con Jordon, esa información le habría sido proporcionada 28 años atrás por Guillermo González Calderoni, quien entonces se desempeñaba como subdirector de la Policía Judicial Federal.

 

La razón por la cual la CIA habría asesinado a Camarena, según revela Jordon, era porque el agente nacido en Mexicali y naturalizado estadounidense habría descubierto que la CIA aprobaba el ingreso de droga de Caro Quintero a Estados Unidos para poder obtener recursos clandestinos y financiar con ellos a las contras que se oponían al gobierno sandinista en Nicaragua.

 

 

Por su parte, Héctor Berrellez, ex agente de la DEA que participó en México en un operativo para detener a Caro Quintero, señala que fue él quien dirigió la investigación del caso Camarena y descubrió que algunos efectivos de la CIA infiltrados en la DFS participaron en el secuestro de Camarena.

 

El encargado de ejectuar la orden de asesinarlo, de acuerdo con Berrellez, habría sido el sicario cubano Félix Ismael Rodríguez, el asesino del “Che” Guevara y uno de los operadores de la invasión de Bahía Cochinos, en Cuba, condecorado recientemente por la CIA con la “Estrella de Inteligencia al Valor”.

 

 

Berrellez reveló en la entrevista con Fox News que cuando él descubrió que la CIA estaba detrás del homicidio de Camarena le contó todo a sus superiores. Ellos le habrían ordenado que dejara las cosas en paz y lo trasladaron a Washington.

 

 

La versión oficial

 

 

La historia que siempre se ha contado es que Caro Quintero estalló en cólera cuando el ejército destruyó su rancho El Búfalo, al sur de Chihuahua, en el que se sembraban alrededor de 12 mil hectáreas de marihuana. El rancho habría sido descubierto por un piloto de la SRH, Alfredo Zavala, quien habría comunicado su descubrimiento al agente de la DEA operando en México, Enrique Camarena Salazar, quien, a su vez, le reveló la ubicación del rancho a las autoridades de Estados Unidos.

 

Caro Quintero habría ordenado el secuestro y asesinato de ambos individuos y para ello contó con la participación de elementos de la Policía Judicial de Jalisco. Días después, los cadáveres tanto de Zavala como de Camarena aparecerían en un rancho de Michoacán con visibles huellas de tortura. Este hecho detonó la pública indignación de las autoridades de Estados Unidos quienes exigieron al gobierno mexicano la pronta detención de todos los responsables por la muerte de su agente.

 

Caro Quintero sería detenido por la INTERPOL en la Quinta La California, Costa Rica, el 4 de abril de 1985. Junto a él fueron detenidos su novia, Sara Cosío, de quien en un principio se dijo que estaba secuestrada pero ella lo desmintió tajantemente: “yo no estoy secuestrada, yo estoy enamorada de Caro Quintero”.

 

El narcotraficante sinaloense sería extraditado a México donde a partir de entonces purgaría una condena por narcotráfico y por el asesinato de Enrique Camarena en un penal de Jalisco hasta su liberación en agosto de 2013 bajo el argumento de que “no debió ser enjuiciado en el fuero federal por el asesinato del agente de la DEA”.

 

 

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