Tras dos años de permanecer cerrado, el nuevo Centro de Ciencias de Sinaloa abrió sus puertas en enero bajo un concepto más cercano a un museo de arte moderno que a un espacio para la divulgación de las ciencias, por lo que los usuarios no han dudado en señalar que se traicionó la misión del centro. La opacidad con la que el gobierno del estado manejó el presupuesto para la remodelación y el perfil no adecuado de algunos de sus funcionarios complementan una trama que combina corrupción e influyentismo.
Por Redacción De Primera Noticias.
“No es nada interesante este nuevo Centro de Ciencias”, “Cochinada de museo vacío que dejaron”, “se chingaron en la ciencia”, “qué triste que lo hayan convertido en eso”, “está bien aburrido ya no es lo que era antes”, “puro negocio para Quirino y sus cómplices”.
Las anteriores son algunas de las opiniones que la ciudadanía ha dejado en las redes sociales de DeprimeraNoticias después de haber visitado el reinaugurado Centro de Ciencias de Sinaloa (CCS), convertido hoy en una especie de Museo de Arte Moderno o Centro de Espectáculos, alejado por completo del concepto original que buscaba divulgar la ciencia naturales y exactas y fomentar la cultura científica en la población.
Tras haber permanecido cerrado durante dos años, el gobernador Quirino Ordaz Coppel reinauguró este lugar icónico de Culiacán el pasado mes de enero con un nuevo formato que ahora llaman Museo Materia, y en el que se presenta una exposición del artista cinético holandés Theo Jansen como principal atractivo del nuevo espacio. El lugar cuenta, además, con un sistema de video mapping que oficialmente servirá para proyectar en la fachada principal del edificio espectáculos relacionados con la ciencia y la tecnología. Sin embargo, lo que los culichis han podido ver a través de ese sistema son partidos de béisbol, futbol, futbol americano y la última entrega de los premios de la academia (el óscar).
Para los visitantes que asistieron al anterior Centro de Ciencias en su infancia o adolescencia y que recuerdan con agrado todos los juegos interactivos y de divulgación de la astronomía, la física, la química, las ciencias naturales, la botánica, este nuevo espacio resulta decepcionante, además de caro, por lo que no se explican en qué se gastaron los cerca de 200 millones de pesos que el Gobierno Estatal anunció como inversión final solo para la primera etapa.
Tumbar para gastar en obra pública
En 1992 se expidió el decreto que autorizó la construcción del Centro de Ciencias de Sinaloa, un proyecto que en su momento generó controversia debido a las enormes necesidades que había y sigue habiendo en el estado. Sin embargo, el concepto con el que se inauguró en 1993 enamoró a niños, adolescentes, académicos, que supieron valorar el espacio como un verdadero centro para que los asistentes experimentaran con las ciencias y la tecnología que lo convirtieron en uno de los mejores museos interactivos de México.
En enero de 2018, el gobernador Quirino Ordaz Coppel anunció que, tras 25 años de operación, el CCS sería remodelado para ofrecer instalaciones más modernas. Para este proyecto se contaría con una inversión de 150 millones de pesos —que se elevó a 196 millones de acuerdo con Obras Públicas, 198 millones según Administración y Finanzas. Para la demolición del edificio se gastaron los primeros 20 millones de pesos. De acuerdo con arquitectos consultados por DeprimeraNoticias, se trataba de un edificio perfectamente funcional, todavía con una vida útil por delante, por lo que su demolición no era necesaria.
El cuestionamiento empezó desde que se supo que la empresa Sinaloa Constructora S.A. de C.V., propiedad de Agustín Jaime Aguilar Padilla, hermano del ex gobernador Jesús Aguilar Padilla, quien en ese momento era coordinador de campaña en Sinaloa del candidato del PRI, José Antonio Meade, había sido nombrada como la encargada de la primera etapa de remodelación.
En su momento se dio a conocer que el Comité Técnico Resolutivo de Obra Pública Estatal del Gobierno de Sinaloa determinó, en el acta de fallo con folio OPPU-EST-LP015-2018, que su propuesta era la más viable y obtuvo la más alta puntuación, por encima de otras seis que se presentaron, incluyendo la de un particular.
La empresa de la que es socio mayoritario el hermano del ex gobernador en el periodo 2005-2010 envió una propuesta por 14 millones, 597 mil 222.87 pesos. La presentada por Sinaloa Constructora superó a las de Electro Construcciones México SA de CV, Nuvoz Arquitectura SA de CV, Administrador de Inmuebles y Fincas SA de CV, Bienes Obras Sistemas y Servicios SA de CV, Ingeniería de Negocios Sostenibles SA de CV y la del particular José María Gaxiola Fajardo.
Funcionarios sin perfil
El artículo 12 del decreto de creación del Centro de Ciencias de Sinaloa de 1992 señala que el director general del CCS deberá poseer el título de nivel licenciatura con maestría o tener diez años de experiencia profesional en el sector educativo.
De acuerdo con el activista social Ernesto Saldaña García, el actual director, Luis León Talavera, no cumple con ese requisito pues solo es pasante de la licenciatura en Derecho, por lo que incluso él llegó a denunciarlo ante la Procuraduría General de la República por usurpación de título ya que públicamente se presentaba como Licenciado.
“Tuvo que ir a comparecer y el señor dijo que todos estos años, cuando le habían puesto licenciado, eran errores involuntarios de sus secretarias, ajenos a él, y que él no había falsificado ningún título o kardex, por lo tanto la procuraduría lo exoneró. Pero en su comparecencia testificó que efectivamente no tenía carrera de licenciatura terminada”, señala Saldaña García en entrevista.
Agrega que a raíz de que llevó León Talavera a la dirección del CCS, en 2017, se empezó a formar a su alrededor una especie de “secta o pandilla” de incondicionales a sus ideas, muchos de los cuales tampoco tienen nivel académico, relegando a trabajadores que llevaban muchos años en el centro con niveles de maestría y doctorado.
“Es el caso de la coordinadora de desarrollo al fomento educativo, Lucía Espinoza Ahumada, quien es la encargada de los contenidos educativos y cuenta apenas con un título de secretaria en Español. Al cuestionarle a los mismos empleados qué era lo que estaba ocurriendo, dijeron que no existió un proceso de convocatoria ni de invitación para ver perfiles para quienes iban a ocupar esos puestos. Fue el hecho de que eran parte de la pandilla del director del CCS la razón de los ascensos”, señala Saldaña García.
El activista recuerda que los anteriores directores del CCS tenían niveles de maestría o doctorado, “y de repente llega esta persona impuesta por grupos de empresarios, entre ellos Coppel y Vizcarra, y como es su amigo, lo colocan en un lugar para el que no cuenta con el perfil. El señor León Tavera no tiene ninguno de los requisitos y lo que trata él de querer simular como experiencia educativa son una serie de constancias de pláticas que ha dado en algunos kinders. Es un usurpador, él no debería estar ahí, está infringiendo la ley con la autorización del gobernador”.
Ya no más centro de ciencias
Durante los años que el CCS permaneció cerrado, el equipo de los laboratorios fue trasladado a la Universidad Tecnológica de Culiacán. Había laboratorios de química, biotecnología, procesado de alimentos, de sistemas, de mecánica, de termodinámica, de ecología y medio ambiente. Los talleres y los laboratorios fueron trasladados a la universidad tecnológica. Y en un principio estaban funcionando, pero después fueron saqueando el contenido y los diferentes aparatos. Ahora se encuentran almacenados por la calle Francisco I. Madero, rumbo a Sanalona, en una bodega particular rentada por el CCS. Apiñados, sin ningún orden.
“Lo tiraron, lo desbalagaron, lo fueron destruyendo. Adicionalmente otro material del mismo CCS, como los planetas, los cohetes, los dinosaurios, se almacenaron en un lugar contiguo al CCS que le llaman “la bodeguita”. En días pasados grabé un video porque estaban tirando todo de la bodeguita, lo subían a camionetas, y parece que lo fueron a tirar al basurón. Antes de eso, en julio del año pasado, encontramos en diferentes negocios de fierro viejo las puertas del CCS, diferentes estructuras como ventanas, lámparas, etc., que fueron vendidas en robo hormiga, lo cual es corrupción, a negocios de fierro viejo”, asegura Saldaña.
“No sé qué pasa con estos funcionarios. Yo les llamo cienciofóbicos. Han cometido homicidio contra el verdadero espíritu de la creación del CCS que era difundir las ciencias y sobre todo las ciencias naturales y el apoyo a la educación básica. Y han construido una obra museológica que no tiene nada que ver con la conceptualización de la ciencia”, concluye Saldaña.