“La nación requiere poner en un altar a sus héroes y esto conduce muchas veces a idealizarlos excesivamente, con riesgo de que las cosas no correspondan a la realidad, como suele suceder, y entonces los vuelven inmaculados, no fallaron en nada, cualquier cosa que parece defecto se convierte en virtud, y eso ha sucedido con todos los próceres”.
Por Sergio Ramos.
La historia de bronce que aprendimos desde la escuela buscaba idealizar a ciertos personajes atribuyéndoles frases célebres, actitudes hieráticas y un comportamiento irreprochable que estaban muy lejos de la vida de cualquier ser humano. Desmitificar a los héroes de la historia ha sido uno de principios de la nueva historiografía. En esa búsqueda, algunos historiadores han caído en el exceso opuesto de menospreciar o trivializar a personajes históricos.
Carlos Herrejón es uno de los historiadores más importantes de México que ha dedicado buena parte de sus estudios a investigar la vida de José María Morelos y Pavón. En su libro Morelos, Revelaciones y enigmas (Debate, 2019) consigue ese justo equilibrio al abordar la vida de uno de los principales héroes de la independencia de México, entre la genialidad militar y los errores personales que lo acompañaron toda su vida.
Tras el fusilamiento de Miguel Hidalgo en 1811, Morelos asume la batuta del movimiento insurgente y dirige la segunda etapa de la Guerra de Indepencia que, tras sangrientas batallas en varios estados, culmina con la aprobación de la primera constitución de México en 1814 y su famoso documento de Los Sentimientos de la Nación.
Algunos autores aseguran que Morelos era mulato. Que su madre era negra. Otros dicen que era de origen indígena. En su libro usted menciona que en el acta de nacimiento se señala que los padres de Morelos eran de origen español. ¿Cuál era el origen de Morelos?
Lo que pasa es que en la manera de registrar actas de bautismo y muchos otros documentos en la época colonial la palabra español no se refería solo a los nacidos en España. Era una denominación más socioeconómica que étnica. Había muchos que eran considerados de ascendencia española solo porque tenían algo de sangre española. En el caso concreto de Morelos la incógnita viene por parte de su madre. Es probable que la bisabuela materna de Morelos, cuyo nombre y raza no sabemos, haya sido alguna mulata, incluso alguna negra. Dentro de los prejuicios de la época era infamante tener sangre negra aunque estuviera en un pequeño porcentaje. De todas maneras, todo apunta a considerar que el mayor porcentaje de la sangre de Morelos era más bien criolla, algo de indígena y probablemente algo de sangre negra. Era en realidad una síntesis de muchas razas la personalidad de Morelos.
¿Cómo conoció a Hidalgo y cómo fue su relación con él antes del encuentro que sostuvieron en el pueblo de Charo al comienzo del movimiento independentista?
Se conocieron en el Colegio de San Nicolás, donde Morelos estudio gramática y retórica, y donde el rector era Hidalgo. Era un colegio pequeño, con pocos alumnos. Entonces la relación con el rector se daba mucho más que ahora en las universidades. En aquel tiempo era una relación bastante cercana por las pequeñísimas dimensiones de la institución. Y fue poco el tiempo que estuvo Morelos ahí porque luego se fue a estudiar el siguiente ciclo la teología al Seminario Tridentino. Pero de todas maneras, debido a que Morelos ya era mayor cuando entró al seminario (por motivos económicos no había entrado pequeño porque se había ido a trabajar al campo) tenía más años que sus compañeros y eso hacía que Morelos sobresaliera por encima de los demás y por eso llamó la atención de Hidalgo. Y sobre todo porque desde un principio Morelos mostró su capacidad de liderazgo como lo anota su maestro de entonces, Jacinto Moreno, por lo que Hidalgo tuvo una relación con Morelos mucho más allá de lo que pudiera pensarse como simple rector o como simple maestro. Al parecer no le dio clases, aunque Morelos algunas veces le llamaba “mi maestro”, pero en el sentido no de que lo haya sido de manera formal, sino porque realmente fue su conductor, su mentor, en muchos aspectos. Hidalgo era el líder intelectual de todo el obispado de Michoacán, de tal manera que muchos de los sacerdotes tenían que presentarse ante él para hacer sus exámenes para que les renovaran las licencias para ejercer el ministerio. Los compañeros de Morelos se hacían eco de la sabiduría de Hidalgo. Cuando se lanza el movimiento independentista y Morelos se entera de que la inquisición le ha iniciado un proceso a su maestro, dice bueno voy a ver qué es lo que está pasando, porque él como muchos otros criollos y sacerdotes que conocían la situación del pueblo, el abatimiento, la altanería de los españoles, y sobre todo la descapitalización que estaba sufriendo la Nueva España, entonces él ya con otros sacerdotes pues sí tenían la idea de hacer algo, aunque no sabían cómo. El movimiento de Hidalgo es lo que abre una perspectiva. Por eso se va y se encuentra con él en Charo y es el momento en que Hidalgo le expone los ideales del movimiento, los objetivos, y por otro lado recibe la tarea de ser comandante en el sur con la particular encomienda de tomar el puerto de Acapulco.
¿Hay alguna razón por la cual Hidalgo le asignó la región del sur?
Porque sabía bien que Morelos conocía la Tierra Caliente y para poder andar en esos climas uno tiene que estar más o menos habituado. Morelos había tenido esa experiencia y aparte, desde los días del colegio de san Nicolás, Hidalgo estaba enterado de que Morelos había sido arriero y por lo tanto conocía muchos caminos de la Nueva España. Concretamente, Morelos había pasado por Acapulco varias veces y conocía las rutas de Acapulco a Valladolid, de Acapulco a la Ciudad de México, de Acapulco a Chilpancingo. Para Hidalgo eso contó mucho al momento de nombrarlo comandante del sur.
El origen del movimiento en un principio fue no tanto el deseo de independizarse de España sino de defender a Fernando VII de las tropas de Napoleón que, se decía, también tenía la intención de dominar las colonias de América.
Sobre eso ha habido una confusión desde hace tiempo. Entre los insurgentes había las dos posturas desde un principio. Los que querían la independencia absoluta y los que querían una independencia relativa que se ha dado en llamar autonomía, es decir, reconocer a Fernando VII, aunque eso sí, con un gobierno de criollos acá. No era simplemente el reconocimiento de Fernando, sino junto con un gobierno autónomo, de gente de acá, aunque se siguiera dentro de la monarquía. Pero por otro lado estaba el grupo que quería la independencia absoluta. Y lo que hay que decir con todas sus palabras es que tanto Hidalgo como Morelos querían desde un principio la independencia absoluta. Es falso que Hidalgo haya gritado ¡Viva Fernando VII! Lo que pasó es que algunas banderas de los hombres que lo acompañaban tenían escrita esa frase. Cuando se lo informaron a Hidalgo, él ni lo aprobó ni lo desaprobó. Y no lo desaprobó porque con eso conectaba con más gente ya que en el pueblo todavía había mucha idealización del rey bueno casi venido del cielo. Por esa razón Hidalgo decidió dejar eso, pero personalmente tanto él como Morelos querían la independencia absoluta. Allende, en cambio, sí quería una independencia relativa, una autonomía. Y por otro lado, Ignacio Rayón, el que sucedió a Hidalgo en algunos aspectos, era también de la idea de seguir invocando a Fernando VII. Morelos no acepta eso y por eso dice ¡quítenle la máscara a la Insurgencia! Sin embargo, tiene que reconocer que gran parte del pueblo seguía con una imagen idealizada del rey. La idea de una monarquía estaba muy metida en el pueblo. Morelos mismo lo llega a reconocer cuando dice que desgraciadamente mucha gente prefiere una moneda de cobre con la imagen del rey, que una de plata con las armas de la América mexicana porque seguían con esa idealización del rey. De todas maneras Morelos fue persuadiendo cada vez más a toda la insurgencia al grado de que en Chilpancingo se hace la declaración de la independencia en 1813.
¿Es parte de la leyenda esta frase que se le atribuye a Napoleón que dice: “Dame cinco hombres como Morelos y conquistaré el mundo”?
Yo la ha buscado, la he tratado de rastrear, pero no la he encontrado. Pero ciertamente Napoleón estaba al tanto de lo que pasaba acá, y las campañas de Morelos se iban conociendo, y seguramente Napoleón se quedó impresionado. Pudo haberla dicho. Pero pasa con Morelos lo que ocurre con todos los próceres. Por un lado están los documentos fidedignos, la historia real, que nos muestra sus hazañas, sus virtudes y limitaciones, y por otro lado está la mitificación de los héroes. La nación requiere poner en un altar a sus próceres y esto conduce muchas veces a idealizarlos excesivamente, con riesgo de que las cosas no correspondan a la realidad, como suele suceder, y entonces los vuelven inmaculados, no fallaron en nada, cualquier cosa que parece defecto se convierte en virtud, y eso ha sucedido con todos los próceres. Pero esto no significa que tenga uno que proponerse a como de lugar quitarles el carácter heroico porque claro que fueron héroes, pero héroes humanos. En los próceres hay cosas verdaderamente extraordinarias, y desde luego su entrega a la causa hasta morir por ella, eso ya es muy digno de los héroes. No se trata en el proceso de desmitificación de quitarles ese carácter, pero sí de puntualizar muchas cosas que se han exagerado y que no hay necesidad de presentarlos con una serie de anécdotas y de cosas que no corresponden a la realidad.
También existe desde hace tiempo polémica sobre dónde se encuentran los restos de Morelos.
Lo que queda de los restos de Morelos se encuentran en la columna del Ángel de la Independencia. Durante un tiempo se dudó de ello y hubo mucha polémica sobre esto, pero no hace mucho salieron unos libros, muy claros en ese aspecto, publicados por Carmen Saucedo. Se hizo también un estudio de los restos de todos los que estaban ahí. Y se quedó en claro que sí hay restos de Morelos allí y de otros de los próceres.
En los oleos y pinturas Morelos es retratado siempre con un paliacate en la cabeza. ¿Cuál es la historia de esta indumentaria?
Ponerse un paliacate en la cabeza era algo que hacían mucho los habitantes de la Tierra Caliente de aquellos años. No era algo exclusivo de Morelos. Los habitantes usaban el paliacate para que el sudor no les escurriera tanto. Hay que recordar que la mayor parte de las incursiones militares de Morelos fueron en tierras cálidas al sur de México. El paliacate formaba parte de la indumentaria de mucha gente de las poblaciones de Michoacán, sobre todo de la Tierra Caliente.