El infierno desatado en Villa Juárez
lunes, 25 de mayo de 2020
El infierno desatado en Villa Juárez
  

Una posible confusión de mediodía provocó una de las más fuertes balaceras de los últimos meses en la sindicatura de Villa Juárez. De acuerdo con testimonios recogidos, todo comenzó con la llegada del dueño de una gasolinera acompañado de sus escoltas, quienes se toparon con un grupo de matones que también arribaba para abastecerse de gasolina. Así comenzó el infierno desatado de balas, también así concluyó la tarde del pasado lunes 11 de mayo sin personas muertas ni heridas, sólo con unas oficinas perforadas por los proyectiles y un par de policías “shokeados”. Esta es la crónica de aquel día de perros.

 

 

Por Santiago Rentería.

 

 

No era la primera vez que los agentes de Servicios de Protección llevaban al jefe con dinero de las ventas, pero la tarde del pasado lunes 11 de mayo, el nerviosismo los invadió y al ver un convoy de hombres armados, decidieron dispararles. Nada más por puro instinto, afirman los testigos, porque los sicarios iban detrás de ellos porque se dirigían a cargar gasolina en la estación de servicio.

 

 

Todo pasó poco después de las dos de la tarde, el tiroteo no estaba planeado. Ni muertos ni heridos en la lista de ningún cártel, pero la escena de guerra hizo recordar la que se vivió aquel 7 de febrero de 2017 en que las huestes de los hijos del Chapo Guzmán y las del clan de Los Dámaso, se enfrentaron a muerte en este mismo punto, asolando a una pequeña población como lo es la sindicatura de Villa Juárez, hoy cercada por el coronavirus.

 

 

De acuerdo con diversos testigos, el lunes pasado el grupo de sicarios que viajaban en tres camionetas de modelo reciente sólo iba a cargar combustible, pero los dos agentes de Servicios de Protección que iban con el dueño de la gasolinera Servicios AGSA SA de CV, al verlos, creyeron que iban por el dinero y la camioneta.

 

 

En un acto imprevisto, los policías de protección comenzaron a dispararle a los ocupantes de las unidades, identificadas como una Toyota Tacoma, una RAV4 y una Hilux. Los sujetos armados, al verse atacados, respondieron con fuego duro y tupido.

 

 

De esta manera, los policías alcanzaron a descender de la camioneta junto con el jefe para resguardarse en las oficinas de la estación de servicio. Ahí se parapetaron y comenzó el tiroteo que fue cronometrado en cerca de media hora de disparos contra la fachada y la gasolinera.

 

 

“¡Es una guerra!”, gritaban las personas que se encontraban cerca de la estación de servicio ubicada en el corazón de Villa Juárez, en la intercepción de la carretera La 20 con La 50 que va hacia San Pedro.

 

 

Según los testigos, hasta una granaba accionaron los delincuentes contra los agentes atrincherados en las oficinas, las cuales resistieron a la embestida de las ráfagas de los “cuerno de chivo” gracias a que se trata de una estructura reforzada en donde se guarda dinero.

 

 

“Todo fue porque pensaron que los iban a tumbar con el dinero y accionaron sus armas contra los plebes”, cuenta una persona en un audio que corrió esa tarde. “Al encargado de la gasolinera le pidieron que entregara a los policías, pero al no querer, rafaguearon todo ya como forma de venganza”.

 

 

Como forma de concluir el zafarrancho violento, los sujetos armados se llevaron la camioneta del encargado de la negociación. Al final, tras saber que acudía apoyo policiaco y militar a Villa Juárez, los delincuentes se marcharon dejando atrás un panorama de guerra. Adentro de las pequeñas oficinas, quedaron los dos agentes “shokeados” al grado de que cuando llegaron al rescate sus compañeros, desconfiaron y no querían salir por temor.

 

 

En un video del momento, se observa cómo dos policías encapuchados les gritan a los agentes de Protección, a quienes le solicitaban las armas de cargo. Emergieron por la ventada de cristal espejeado, la cual estaba completamente destrozada a balazos.

 

 

La versión de Castañeda

 

 

Minutos después del ataque, se apersonó en el lugar el secretario de Seguridad Pública, Cristóbal Castañeda Camarillo, quien manifestó que al parecer todo se trató del despojo de una camioneta.

 

 

“No hay personas ni heridas ni que hayan fallecido, está un operativo ahorita en coordinación con personal militar, de la Guardia Nacional, para tratar de ubicar a los presuntos responsables”, comentó.

 

 

Expresó que se identificaron a varios vehículos, y por eso se estaba realizando el operativo en los alrededores de Villa Juárez.

 

 

“Ustedes saben que Villa Juárez tiene caminos de segundo orden y entonces estamos haciendo recorridos de forma coordinada”, apuntó.

 

 

Relató que todo empezó cuando los dos agentes de Protección se percataron de la llegada del grupo armado, el cual efectuó detonaciones en su contra, por lo que se resguardaron en las oficinas.

 

 

“Por eso tiene detonaciones, el conductor de la unidad despojada era uno de los agentes de protección”, refirió.

 

 

“En realidad le querían dar chanza porque lo único que querían eran a los dos guardias, porque les dispararon sin ningún motivo”, cuenta un policía que se enteró de los hechos esa tarde.

 

 

La balacera que selló la guerra

 

 

Aquel 7 de febrero, el comando de Los Chimales avanzó desde la región de Paredones en el norte de Culiacán y atravesaron la ciudad sin que ninguna autoridad se diera por enterada. Iban en por lo menos 20 camionetas, incluyendo las famosas estaquitas con fusiles Barret empotrado.

 

 

Al llegar a Villa Juárez atardecía claramente. En la misma gasolinera la gente de Los Montana ya aguardaba su llegada. Videos en redes sociales documentaron el paso feroz de estos ejércitos de sicarios.

 

 

Si la guerra entre Los Chapitos y Los Dámaso todavía no estaba completamente sellada, aquella refriega selló una guerra sin cuartel que se extendió por varios meses, hasta concluir con la captura de El Licenciado en la Ciudad de México.

 

 

De aquella balacera en Villa Juárez quedaron hondas heridas en un pueblo asediado por las drogas y la violencia. En total se contabilizaron cuatro personas muertas, entre ellas una mujer que perdió la vida afuera de una ferretería víctima de una bala perdida.

 

 

Otros dos más fueron acribillados debajo de una camioneta color oscuro, frente a la gasolinera. Todo videograbado con celulares tambaleantes que, por más riesgoso que fuera, no dejaron de captar cómo un joven empuñaba un fusil Barret calibre .50, con el cual barría todo a su paso.

 

 

Después de esta batalla del 7 de febrero de 2017, los choques violentos se continuaron dando. La orden era clara: se trataba de expulsar a todo aquel que trabajara para Dámaso López Núñez, quien terminó por acuartelarse en la sindicatura de Eldorado y más tarde acabó de refugiado en la Ciudad de México, en donde las artes de un buen delator lo hundió y lo arrestaron.

 

 

En Villa Juárez, después de esa guerra que se vivió sin cuartel, las cosas ya no volvieron a ser como antes. Ni hoy ni nunca. La balacera equivoca del lunes 11 de mayo pasado, apenas fue el revivir por un momento de aquellas imágenes en donde personas inocentes morían en el fuego cruzado, personas que trabajaban o pasaban por el lugar. El miedo sigue y seguirá latente, en tanto gobierne la delincuencia con la estridencia de sus armas.

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