Culiacán: epicentro de la muerte por Covid en Sinaloa
lunes, 27 de abril de 2020
Culiacán: epicentro de la muerte por Covid en Sinaloa
  

La capital sinaloense es uno de los municipios con mayor número de decesos por coronavirus en todo México. La población se encuentra dividida entre la necesidad de ganarse la vida diariamente y el miedo a contagiarse. Y aunque la actividad en la calle sí se ha reducido considerablemente, las concentraciones masivas de personas, sobre todo en la noche, continúan como un desafío inconsciente a un mal que, a diferencia de lo que se señaló en un principio, no es una simple gripe que se cura sola.

 

 

 

Por Redacción De Primera Noticias.

 

 

 

Con 77 muertes acumuladas desde que empezó la pandemia hasta el pasado 26 de abril, Culiacán es el segundo municipio de México con mayor número de decesos provocados por el Covid 19, de acuerdo con la plataforma Centro de Información Geográfica de la UNAM.

 

 

En casos de mortandad por el coronavirus, la capital sinaloense solo está por debajo de Tijuana, Baja California, y por encima de alcaldías como Gustavo A. Madero (CDMX), Centro (Tabasco), Benito Juárez (Quintana Roo), Ciudad Juárez (Chihuahua) e Iztapalapa (CDMX).

 

En casos acumulados por municipio, es decir, casos activos más las muertes, hasta el 26 de abril Culiacán se ubicaba en la tercera posición, con 511 casos, por debajo de Tijuana, que acumulaba 709 casos. Por casos activos, es decir, descontando los decesos y los pacientes recuperados, Culiacán se encuentra en la quinta posición a nivel nacional con 288 contagiados en aislamiento o en atención hospitalaria.

 

 

De acuerdo con el mapa satelital de la plataforma Covid.sinaloa.gob.mx, las zonas de Culiacán donde se ha reportado el mayor número de pacientes confirmados se ubican en las colonias Villas del Río, Juntas del Humaya y Hermanos Flores Magón, además del sector La Conquista, Sector Humaya y sector Los Ángeles-Zona Dorada.

 

 

¿Por qué Culiacán acumula tantas víctimas mortales por el Covid 19, por encima incluso de otras ciudades más densamente pobladas, con mayor número de habitantes por kilómetro cuadrado?

 

 

Desde que se registró el primer caso oficial de coronavirus en Culiacán, con el huésped del Hotel Lucerna que se contagió en Italia, las compras de pánico empezaron a vaciar anaqueles en los supermercados locales, lo que supuso una respuesta inmediata de prevención ante la pandemia.

 

 

Sin embargo, las medidas no se endurecieron, por el contrario, se ejerció desde el Estado un discurso que intentaba minimizar la gravedad de la pandemia y  prácticamente todos los negocios permanecieron abiertos, solo con recomendaciones para que ofrecieran gel antibacterial a los clientes y tuvieran siempre jabón en los sanitarios.

 

 

La medida, como ocurrió en el resto del país, tenía por objetivo reducir los efectos económicos del miedo que ya obligaba a una parte de la población a evitar los lugares conglomerados y a permanecer el mayor tiempo posible en casa.

 

 

Todavía el 20 de marzo, cuando en todo el país el número oficial de contagiados era de 164 casos, incluyendo dos confirmados en Sinaloa (“muy estables, asintomáticos, sin molestia alguna, en auto aislamiento en su casa”, intentó subestimar del secretario de Salud), el gobernador Quirino Ordaz Coppel se reunió con restauranteros a los que pidió reforzar las medidas de higiene para “generar confianza en los consumidores”.

 

 

“¿Cerrar los comercios? No estamos en esa fase. ¿Quién determinará las fases? Los especialistas. Estamos en fase 1 que es prevención. Nosotros no llegaríamos a una situación, salvo que hubiese una disposición muy ruda, de invitar a suspender actividades en restaurantes”, señaló Ordaz Coppel ante integrantes de la Canirac.

 

 

Todas las actividades comerciales continuaron hasta que desde la Federación endureció el discurso y se hizo un llamado a la población para quedarse en casa. Fue entonces que los ayuntamientos de Sinaloa tomaron la medida de cerrar espacios públicos, y una semana más tarde, se ordenó el cierre de gimnasios y otros establecimientos donde se aglomeraban personas en espacios cerrados.

 

 

Sin embargo, espacios conglomerados como los mercados continuaron abiertos y la tragedia se ciñó sobre el Mercado Garmendia, donde el líder de los locatarios dio positivo a la prueba del Covid 19 tras ser internado en el Hospital Civil por una neumonía. Al menos otros 20 locatarios más del mercado resultaron sospechosos del contagio y se les ordenó aislarse en sus domicilios. Pero el líder murió y solo entonces se ordenó cerrar el mercado hasta nuevo aviso.

 

 

El segundo gran foco de contagio se pudo haber dado en una fiesta multitudinaria que se realizó en el templete de la presa Sanalona, donde a pesar de los llamados a evitar concentraciones masivas, la madrugada del 29 de marzo más de 200 personas armaron su fiesta con cerveza y música de banda en vivo, sin que ningún operativo policial, como el que estuvo presente la noche en que dos mujeres de Durango fueron asesinadas por la policía Estatal, se presentara al lugar para dispersar a la multitud.

 

 

Lo mismo sucedió con centros comerciales, los cuales siguieron operando con normalidad, incluso con un número mayor de visitantes dado que las clases se suspendieron desde mediados de marzo y algunas dependencias de gobierno ya habían enviado a casa a decenas de burócratas. Aún cuando los grandes almacenes como Liverpool o Sears anunciaron que bajarían sus cortinas hasta nuevo aviso, los cines continuaron operando y muchas otras tiendas más, lo que atrajo a la población que, como si se tratara de un fin de semana alargado, siguió acudiendo en familia o en grupos de amigos a los malls.

 

 

Y como había demasiado “tiempo libre”, se organizaron las “pisteadas” y las “carnes asadas” que congregaron a los amigos en las casas y en la calle, donde incluso se llegó a reportar la instalación de templetes para grupos de música en vivo.

 

 

Lo mismo sucedió con los balnearios y las playas. Antes de que las autoridades ordenaran el cierre de estas, muchos culichis aprovecharon el descanso forzado para trasladarse a Mazatlán, donde hasta finales de marzo se hablaba de apenas uno o dos casos activos de Covid 19.

 

 

Aún y cuando el tiempo de “mejorar la higiene de los comercios” ya había quedado atrás, porque regalarle gel antibacterial a los clientes ya no era ni de lejos una medida suficiente para detener la propagación, se esperó demasiado tiempo para ordenar el cierre total de comercios no esenciales.

 

 

Sólo se actuó cuando los hospitales y las clínicas en Culiacán ya estaban saturadas de pacientes sospechosos, con sintomatología clara del Covid 19, cuando los médicos y enfermeras alzaron la voz y publicaron en redes sociales videos del caos que se vivía en el ISSSTE de Culiacán, o en el Hospital Regional del IMSS, con carencias en equipo de protección que los ponían en riesgo a ellos también, cuando son los profesionales que más deben ser cuidados y valorados por el Estado en estos momentos.

 

 

Expertos señalan que con la entrada a la Fase 3 de la pandemia, se verán los efectos de no haber tomado las medidas a tiempo, con la saturación del sistema de salud local que no se dará abasto suficiente para atender tanta emergencia real, mientras que a los pacientes sospechosos solo se les seguirá recomendando mantenerse en su casa, aliviarse solo, aislarse, no más.

 

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