“El Chapito” Isidro es un fantasma en sus propios terrenos
jueves, 18 de agosto de 2022
“El Chapito” Isidro es un fantasma en sus propios terrenos
 


Desde hace años Rafael Caro Quintero mantenía un acuerdo de no agresión con Fausto Isidro Meza Flores, “El Chapo Isidro”, quien había logrado bajar su perfil luego de que la Marina y la DEA estuvieran a punto de exterminarlos junto con sus sicarios en un operativo ejecutado en agosto de 2014. “El narco de narcos” se movía entre los altos de Sinaloa de Leyva y Choix, donde Caro Quintero buscaba a toda costa evadir los radares de la Agencia Antidrogas de EUA, así como los chivatazos de los informantes reclutados. Lo curioso es que “El Chapito” Isidro sigue siendo un “fantasma” en sus propios terrenos.

 

 

Por Santiago Rentería.

 

 

A los pocos meses de salir de la prisión de mediana seguridad de Jalisco, Rafael Caro Quintero no solamente se reunió con los liderazgos del Cártel de Sinaloa (Joaquín Guzmán Loera e Ismael Zambada García), sino que también sostuvo un encuentro con Fausto Isidro Meza Flores, “El Chapito Isidro”, quien representaba la última ramificación de los hermanos Beltrán Leyva en el estado.

 

 

En Badiraguato se conoció la historia de cómo Caro Quintero entabló comunicación con el hombre de Guasave, pues le interesaba pacificar zonas por donde él y su gente iban a transitar, haciendo un corredor desde su municipio pasando por Sinaloa de Leyva y Choix, adentrándose en la sierra profunda en donde apenas existen pueblecitos de pocas casas y habitantes pacíficos.

 

 

Pero del lado de esta vida campirana también está la parte en que estos territorios sirven para la siembra y producción de marihuana y amapola, y ahora en los últimos años, la instalación secreta de laboratorios para elaborar drogas como metanfetamina y fentanilo.

 

 

Lo cierto es que, aunque de manera histórica los altos de Sinaloa de Leyva están en poder de Los Calabazas, estos son aliados del Chapo Isidro y sus socios, como los González Peñuelas que siguen operando en Guasave.

 

 

En cambio, Choix está dividido una parte entre Los Chapitos y los Beltrán, pero actualmente no hay un conflicto de fondo entre ambos bandos, no después de la salida de Caro Quintero de prisión en 2013, de aquí que le atribuyen al "Narco de Narcos" la pacificación de la zona.

 

 

El Chapo, fuera del foco mediático

 

 

Durante buena parte del sexenio de Mario López Valdez, El Chapo Isidro se convirtió en el enemigo número uno del estado malovista. Las reyertas mortales asolaron Los Mochis, Guasave y El Fuerte entre 2011 y 2015, pero poco a poco el conflicto se fue resolviendo a dejar las plazas del norte del estado en manos del Cártel de Sinaloa.

 

 

En esta guerra desbalanceada tuvieron mucho que ver personajes como el fallecido director de la Policía Ministerial del Estado, Jesús Antonio Aguilar Íñiguez, Chuy Toño, así como las huestes de Jorge Iván Gastélum Ávila, El Cholo Iván.

 

 


Mientras que los policías de Chuy Toño peleaban en Los Mochis y El Fuerte, El Cholo trataba de entrar a Guasave por el frente de Guamúchil, aunque nunca ni él y sus comandos lograron penetrar más allá de las defensas de los Isidros en la carretera de cuatro carriles a la altura de la comunidad de Las Brisas.

 

 

Esa fue la frontera entre ambos bandos, ya que los ejércitos del Chapito Isidro y sus aliados, los hermanos González Peñuelas, tampoco lograban reventar el blindaje hasta por el rumbo de Tamazula Segundo.

 

 

Todas estas rencillas mortales ocurrieron en esos primeros años del Malovismo, incluso Fausto Isidro acusó al gobierno de López Valdez de trabajar para el Cártel de Sinaloa limpiando las plazas, ya que lo hicieron en Mazatlán también.

 

 

Por eso se enfrentaron al Gobierno estatal. Secuestraron a uno de los escoltas de Malova y lo hicieron aparecer en un video asegurando que el gobernador y su gente mantenían acuerdos con El Chapo y con el Mayo, y decían tener pruebas de reuniones en el Valle de San Lorenzo y la sierra de Badiraguato.

 

 

Ante la propaganda narca, Malova reaccionó con su labia al negar las acusaciones y señalar que su gobierno combatía a todos los grupos del crimen organizado. Lo cierto era que no.

 

 

Durante su sexenio, los Beltrán Leyva perdieron terreno en Sinaloa, lo que hizo que se encumbrara el Cartel de Sinaloa, el cual después recibió un mazazo que el estado no pudo controlar, pues los operativos implementados por la Marina tenían la coordinación de la DEA.

 

 


Incluso el grupo especial de la Secretaría de Marina desplegó junto con los agentes antidrogas estadounidenses su poderío en el territorio del Chapito Isidro, en agosto de 2014.

 

 

La cacería y el bajo perfil

 

La operación no fue perfecta porque se trataba de una zona difícil: el monte entre Guasave y Sinaloa de Leyva. Además, Isidro siempre iba con una fuerte escolta de seguridad integrada por un círculo de más de 30 pistoleros bien preparados, entre ellos Jesús Salmón Higuera, El Macaco.

 

 

Poco se supo del enfrentamiento, la balacera ocurrió entre montes y arboledas, El Chapito se abrió camino hacia la sierra de Sinaloa de Leyva en camionetas con rifles automáticos calibre .50 empotrados.

 

 

En la refriega la Marina y la DEA lograron abatir a por lo menos doce de los sicarios de la guardia de corps de Isidro Meza. Este despliegue ocurrió cuando ya los operativos habían dado resultados con la detención del Chapo y otros operadores de su organización y de la facción del Mayo Zambada.

 

 

Se trató del más grande despliegue que tenía como blanco no solo a los líderes de Sinaloa sino también de los Beltrán Leyva y de Rafael Caro Quintero. Por eso los gringos le pusieron de manera rimbombante “Operación Narcopolo”, la cual implementaron tras largos años de recabar información de inteligencia, datos aportados por informantes del otro lado de la frontera, principalmente “sapos” detenidos y contratados posteriormente como testigos protegidos.

 

 

Desde luego, las escuchas clandestinas también jugaron un papel muy importante en la recolección de datos de todos los grupos que operan en el estado. De manera oficial, la “Narcopolo” era un operativo a gran escala que buscaba cortar de tajo el suministro de narcóticos hacia Estados Unidos por parte de las facciones asentadas en Sinaloa.

 

 

De ahí que traían información muy precisa y lograron detener a la mayor cantidad operadores nunca antes vista antes ni ahora con la política de Abrazos, no balazos.

 

 

Tras la fallecida cacería contra el Chapito Isidro, éste simplemente se esfumó del radar, la violencia en Guasave dejó de ser escandalosa y se convirtió apenas en una serie de ajustes de cuentas selectivos o en el peor de los casos, en desapariciones forzadas.

 

 

No solo la Marina cesó de buscar a Isidro en su territorio, también el gobierno de Malova dejó de perseguir a la gente que quedó todavía bajo su mando. Con el paso de los meses, la figura del Chapo Isidro se fue diluyendo, se dejó de mencionar de manera pública, pero en Guasave se sabe que su nombre y su poder regional sigue pensando.

 

 

En 2016, dos años después, la Marina y el Ejército ni si quiera ha tenido actividad ni planes de despliegue en la región de Guasave y menos Sinaloa de Leyva. El acuerdo de paz tácito se ha ido cumpliendo con el paso de los años, pero los jefes del clan de los Beltrán siguen ahí, controlando, aunque no se les mencione para nada.

 

 

Bajo este contexto, Rafael Caro Quintero buscó un refugio apacible para escapar de los radares de la DEA, de sus satélites y drones, de las posibles traiciones, hasta que cayó en las redes el 15 de julio pasado.

 

 

En un despacho de The Washington Post se menciona que los agentes antidrogas tuvieron ayuda incluso de familiares del capo, lo que al final deja en evidencia que su sobrino Sajid Quintero Navidad, “El Cadete”, se convirtió en testigo protegido y fue uno de quienes guiaron a la DEA a su misión final tras doce intentos fallidos de atraparlo en las escarpadas montañas sinaloenses. Y mientras Caro ahora se ocupa de no ser extraditado, Isidro sigue convertido en un fantasma, en una sombra.

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