La debacle del PRI: de gobernar en todo el país a quedarse con migajas
martes, 26 de julio de 2022
La debacle del PRI: de gobernar en todo el país a quedarse con migajas
 

 

Hablar del PRI es hablar de corrupción, de violencia, de narcotráfico. Es hablar del partido que de ser el más dominante en México pasó a ser de los más criticados y olvidados. Pero que a su vez ha renacido a través de Morena, el partido que retoma a ese priismo de los años 60 y 70: un ciclo de partidos que da inicio a esto que ahora llamamos Cuarta Transformación.

 

 

Por Santiago Rentería.

 

 

El Partido Revolucionario Institucional está en plena debacle. Desde la contienda de 2018 en que el voto dio el triunfo al Movimiento de Regeneración Nacional, bajo el liderazgo de Andrés Manuel López Obrador, su tiempo formal fue contado.

 

 

Sin embargo, como reza el dicho, la materia no se destruye sino se transforma: Morena ganó acuñando la ola de inconformidad de la sociedad ante el Revolucionario Institucional, de donde han salido multitud de cuadros que ahora están con López Obrador.

 

 

Uno de los últimos descalabros del otrora partido que gobernó durante 70 años el país, ejerciendo un férreo control de medios, fue el pasado 5 de junio en que logró retener, no sin triquiñuelas, un solo estado bajo sus siglas y un segundo en alianza con el Partido Acción Nacional.

 

 

Se trata de Durango, en donde el candidato de PRI Esteban Villegas le ganó con poco a su contrincante y ex compañera de partido cambiada a Morena, Marina Vitela.

 

 

En Aguascalientes, el PAN logró retener la gubernatura, pero no así en los otros cuatro estados que pasaron a poder del bastión de Morena con miras a la campaña presidencial del 2024.

 

 

De esta manera, el PRI pasó en menos de un sexenio de gobernar en la mayoría de las entidades a quedarse solamente con una, en donde también el crimen organizado inclinó la balanza.

 

 

Patadas de ahogado

 

 

Uno de los últimos orquestadores de la debacle del PRI es Alejandro Moreno, Alito, quien se ha negado a reconocer las estridentes derrotas que ha sufrido y que además ha sido exhibido como un corrupto de primera categoría.

 

 

Alito fue gobernador de Campeche y ahora es señalado de un sinnúmero de corruptelas cuando estuvo en el poder en ese estado. Dichas denuncias han sido hechas a través de redes sociales por Layda Sansores, actual gobernadora de Campeche, en donde ha filtrado conversaciones del líder del PRI con otros personajes políticos.

 

 

Ahora que falló su liderazgo, varias voces del PRI pidieron su renuncia, pero el también diputado federal se aferra a su cacicazgo mientras el partido termina por desmoronarse.

 

 

Uno de los hombres del sistema que salió a eclipsar la victoria pírrica de Alito y que además puso el dedo en la llama de Morena, fue el ex gobernador de Sinaloa Francisco Labastida Ochoa, quien, en una entrevista dada a El Universal, declaró que Morena ha ganado con apoyo del PRI. Además, también arremetió contra Alito Moreno.

 

 

“Lamento haber acertado mis pronósticos. Si recuerdas yo les dije que veía la crónica de una muerte anunciada como la de García Márquez. Que Alito era como el sepulturero del PRI, que él lo iba a enterrar y lamento haber acertado, ojalá me hubiera equivocado. Pero todos los indicios de él indicaban que íbamos a tener estos resultados que estamos teniendo no solo para el partido”, aseveró Labastida Ochoa.

 

 

Y es cierto, desde hace años el proyecto de López Obrador ha sumado a todo priista que se dice renegado con tal de ganar, en una suerte de pragmatismo distorsionado. El ejemplo de la perdedora en Durango, Marina Vitela, es el más reciente.

 

 

Siendo ella priista de viejo cuño, en 2018, tras quedarse sin cargo público con los priistas, renunció y se fue a Morena, que la convirtió en diputada federal y luego candidata a gobernadora.

 

 

Otro ejemplo cercano en Sinaloa es el gobernador Rubén Rocha Moya, quien luego de perder en las elecciones del 98 por el PRD, tuvo unos años de retiro hasta que se sumó a las filas del gobierno priista de Jesús Aguilar Padilla.

 

 

Luego estuvo en un puesto menor en el ISSSTE, ya que no era del grupo de Mario López Valdez, para terminar de nuevo con Quirino Ordaz Coppel en la coordinación de Asesores del Gobierno.

 

 

De ahí renuncio para irse de candidato de Morena al Senado de la República. Por más que diga que no es priista, Rocha cobró durante años en sus filas.

 

Gerardo Vargas Landeros es otro priista de hueso colorado que se transformó de la noche a la mañana en morenista, quien además se sintió con suficientes ínfulas para pelear la gubernatura que al final se convirtió en la alcaldía de Ahome.

 

 

Vargas Landeros actualmente trabaja para conseguir una senaduría en el 2024, y para eso envío gente a operar en Durango, un descalabro para el Trébol en aquella zona.

 

 

Atrapado por su pasado

 

 

El PRI, como se cuenta en la historia, es el fundador del Estado moderno mexicano, el creador de las instituciones que actualmente subsisten bajo la forma de la llamada “Cuarta Transformación”.

 

 

Desde los años 30 creó la tradición del presidencialismo, en donde el máximo líder mandaba en el gobierno, poder judicial, legislativo y era el jefe por político del partido.

 

 

De acuerdo con analistas, el PRI-Estado logró cimentar un gobierno hegemónico que se encargó, poco a poco, a darle voz a la disidencia conforme avanzaba y envejecía el sistema.

 

 

De aquel Estado duro que mandaba matar estudiantes en 1968 a la caída del sistema del 88, pasaron muchas luchas que trataron de contrarrestar al único partido que mandaba en el país.

 

 

Diversos estudios señalan que fue el Estado mexicano priista el que en realidad fundó el crimen organizado en México, pues fue gracias a altos funcionarios desde los años cuarenta en que el tráfico de droga a gran escala fue alentado por caciques de la política en las regiones del país.

 

 

El narcotráfico floreció en la década de los cuarenta, cincuenta y sesenta como un negocio tribal en zonas como Guerrero y Sinaloa, donde el cultivo de los enervantes más solicitados fueron el ancla para fundar esta cultura de lo ilegal.

 

 

De ahí que Sinaloa sea pionera en el tema tradicional de la narcopolítica. En los sesenta llegó al poder en el estado el priista Leopoldo Sánchez Celis, quien según estudios históricos no solo alentó el trasiego de drogas, sino que fue parte de las redes activas de distribución.

 

 

Es decir, para algunos historiadores, Sánchez Celis encabeza la lista de narco gobernadores en pleno. Fue una época de bonanza, en México ningún otro partido le hacía sombra al PRI y entre las cúpulas decidían los destinos de la gente, una gran parte de la población sumergida en la pobreza que cada sexenio votaba agradecida por el partido que los mantenían en las mismas condiciones.

 

 

De ahí que, a mediados de los setenta, con la declarada guerra contra las drogas de Estados Unidos, surgiera la DEA y su atención hacia el territorio sinaloense y sus gobiernos priistas.

 

 

Como dato, Sánchez Celis fue impulsor de la carrera de Miguel Félix Gallardo, quien después se arraigó en una amistad con Antonio Toledo Corro, gobernador en los ochenta en que la industria del narcotráfico estaba en su pleno apogeo.

 

 

De ahí que Labastida, quien llegó a la gubernatura luego del sexenio de Toledo Corro, no puede ignorar el crecimiento que tuvo el crimen organizado en su sexenio.

 

 

Para empezar, fue con Labastida que se dieron los ejes rectores de repartición de las mejores tierras de Culiacán, hoy en poder el narco. Por eso, la debacle del PRI es, de manera formal, solo la transformación de su política subdesarrollada convertida ahora en una izquierda ilusoria que, a más de 100 años de la Revolución, no ha podido llevar justicia social a los pobres.

 

 

Eso sí, en su discurso, PRI o Morena, siempre están ellos, los desamparados, en primer lugar. La debacle del PRI es el triunfo del otro PRI ahora con los colores que presume el presidente López Obrador.

 


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