Más allá de las injusticias sociales y de la búsqueda de democracia, lo que en realidad provocó la sublevación que dio lugar a la revolución mexicana fue el petróleo, la guerra por el petróleo de Estados Unidos hacia las empresas inglesas asentadas en México con la bendición de Porfirio Díaz, dice el escritor Leopoldo Mendívil López, quien a lo largo de toda su obra se ha dedicado a estudiar la atormentada historia de México con uno de sus principales recursos energéticos.
Por Redacción De Primera Noticias.
El agente estadounidense Sherburne Gillette Hopkins, conocido como El abogado de las revoluciones latinoamericanas fabricadas en Estados Unidos, es uno de los personajes detrás de la sublevación armada que culminó en lo que conocemos como la Revolución Mexicana de 1910.
El conflicto armado que derrocó al gobierno del dictador Porfirio Díaz formó parte del juego de ajedrez geopolítico entre Estados Unidos e Inglaterra por el dominio de los recursos energéticos, de los cuales las empresas inglesas tenían el control casi total en México, mientras que las americanas solo concentraban una pequeña parte.
En su libro Secreto 1910, el escritor Leopoldo Mendivil desentraña una historia que va más allá de las consignas de justicia social, reparto agrario y democracia para centrarse en los laberintos de los intereses políticos y económicos que en realidad determinan los cambios en la sociedad.
De Primera Noticias: Has mencionado motivaciones personales en la investigación que te condujo a escribir sobre la intervención de Estados Unidos en la Revolución mexicana de 1910. Háblanos sobre ello.
Leopoldo Mendívil: La razón personal es que mi tatarabuelo fue Bernardo Reyes, gobernador de Nuevo León por más de 20 años, en la época de Porfirio Díaz. En la familia siempre circuló información que él le había contado a su hija, o sea, a mi bisabuela, de que Estados Unidos le había ofrecido apoyo militar y financiero para derrocar a Díaz y convertirse en presidente. Mi tatarabuelo no aceptó y murió durante la Decena Trágica de 1913. La gran pregunta que nos hacíamos era por qué Estados Unidos quería derrocar a Porfirio Díaz. Eso nos conduce hacia finales del siglo XIX, cuando se empezó a generar una rivalidad espantosa entre Inglaterra y Alemania, lo que se convirtió en el preámbulo de la Primera Guerra Mundial.
Esta rivalidad, señalas, condujo a Inglaterra hasta México y preparó el escenario para la intervención estadounidense que culminó en la revolución de 1910.
Así es. Alemania ni siquiera existía como tal antes de 1869. Eran varios reinos independientes que fueron unificados por Otto von Bismarck bajo la consigna de que Alemania iba a ser la potencia del mundo. Empezaron a crecer y, en efecto, se volvieron líderes en todo. Entonces Inglaterra se espantó y comenzó esta rivalidad tremenda. Pero lo más grave para los ingleses fue que los alemanes empezaron a usar el petróleo, sobre todo para su industria militar, lo que le dio superioridad por encima de otros ejércitos. En esa época el petróleo todavía era un material medio experimental. Todavía muchos no se daban cuenta de hasta qué grado el petróleo representaba la nueva ola. Y sobre todo Inglaterra porque su economía estaba basada en el carbón. El primer ministro inglés no aceptaba cuando Winston Churchill le decía que la época del carbón estaba llegando a su final. Incluso, al rey Jorge V le costaba trabajo aceptarlo y decía cómo es posible que esa sustancia pegajosa sea más importante que nuestro carbón. La importancia del petróleo evolucionó en muy poco tiempo hasta que el propio rey se alarmó porque descubrieron que la Armada alemana, gracias al petróleo obtenido en Persia (lo que hoy es Irán) era más poderosa que los barcos ingleses y existía en los hechos un plan de Alemania para invadir Inglaterra. En esta coyuntura el rey organizó una reunión para la cual convocó a Churchill, entonces Subsecretario de Estado de las Colonias Británicas, y dijo: Esta es la situación más grave a la que se ha enfrentado Inglaterra desde su nacimiento como imperio y no tenemos petróleo en ninguna de nuestras colonias. Entonces le dio la tarea de crear la Royal Commission on Fuel and Engines (Comisión real sobre Combustible y Máquinas), cuya función sería enviar agentes encubiertos a diversas partes del mundo para buscar yacimientos de petróleo. En uno de esos lugares Inglaterra tenía que poner una colonia e instalar a su ejército.
¿Cómo fue que llegaron a México?
En esta exploración, Churchill encontró cuatro candidatos en todo el planeta: Estados Unidos, Rusia, Irán y México. Y como no podían invadir Rusia ni Estados Unidos, e Irán ya había sido agandallada por los alemanes, dijeron, vamos a tener que agarrar México a como dé lugar. El primer obstáculo era que la “plaza” de México ya estaba ocupada por el gringo Henry Clay Pierce, lacayo del todopoderoso John D. Rockefeller. Los ingleses enviaron al ingeniero Weetman Pearson, quien ya había construido el Canal del Desagüe de la Ciudad de México para Porfirio Díaz, y él junto con otros enviados de la Corona Inglesa se sentaron a negociar con el dictador. Díaz reaccionó diciendo que las ofertas lo ponían en aprietos porque el petróleo de México estaba controlado básicamente por las empresas del grupo Rockefeller. Pero Pearson le dijo que no se preocupara, que iba a tener todo el respaldo de la Gran Bretaña, incluso militar, lo cual desde luego no sucedió. Además, hicieron socios de la empresa Samuel Pearson´s & Sons al propio Porfirio Díaz, a su secretario de Estado, Ramón Corral, y a la mitad del gabinete. Y como resultado, Díaz les dio el sureste de México, concretamente, Tabasco y el sur de Veracruz. Les dijo: hagan ahí lo que quieran, y los ingleses hicieron una perforación en Tuxpan. Con el tiempo, los británicos se hicieron con la mitad del mercado petrolero en México gracias a la Compañía Mexicana de Petróleo El Águila.
¿Cómo fue el contra ataque de Estados Unidos contra el gobierno de Díaz que había autorizado la expansión de los ingleses?
En 1909 el presidente de Estados Unidos era William Howard Taft. Él tenía a un agente, Sherburne Gillette Hopkins, conocido como El abogado de las revoluciones latinoamericanas fabricadas en Estados Unidos. Este había participado en el Golpe de Estado en Chile de 1891 que tiró al presidente José Manuel Balmaceda. Después participó en la guerra que hubo en Cuba para separarse de España y por la cual quedó prácticamente como un dominio de Estados Unidos. Después también estaría en 1913 en Panamá, que entonces era parte de Colombia y donde Estados Unidos metió su cuchara para que se separaran porque encontraron oposición para la construcción del canal. Estados Unidos hizo lo que sabe hacer: metió dinero, organización, prensa y armamento. Cuando ya tenían apalabrado al presidente de Colombia para la construcción del canal que debía quedar bajo el control de los soldados americanos, resulta que el Congreso de Colombia no aceptó, les dijo que no, y fue cuando el presidente Howard mandó a este hombre con su grupo de soldados para intervenir.
Digamos que esa fue la experiencia previa de este agente y su grupo antes de la revolución mexicana.
Cuando llegaron a México ya estaban curtidos y capacitados porque habían hecho lo de Chile y lo de Nicaragua, donde también provocaron el derrocamiento del presidente José Santos Zelaya en 1909, quien incluso se exilió primero en México y luego se fue a París. En Estados Unidos se aliaron Rockefeller y otro supermillonario, Charles Ranlett Flint, el fundador de la IBM, la empresa de tecnología que todos conocemos, quienes tenían como socio en México a Francisco Madero padre. El 24 de octubre de 1910, en un hotel de lujo en Washington, D.C., se reunieron Francisco Madero padre, Gustavo Madero (hermano de Francisco I. Madero) y el agente Sherburne Gillette Hopkins. Ahí se organizó el derrocamiento de Porfirio Díaz. Básicamente lo que decidió el papá de Madero fue que dijo: ahí está mi hijo, y el hijo fue el buen hombre que todos admiramos y queremos pero que solo fue la persona en la que se colocó el dedo para lanzarlo al ruedo.
Otro de los puntos de inflexión en materia del petróleo en México es la nacionalización durante el gobierno de Lázaro Cárdenas, pero ahí el gobierno de Estados Unidos sí estuvo de acuerdo con el presidente mexicano por razones estratégicas.
Yo admiro mucho a Lázaro Cárdenas, pero no hay que olvidar las palabras de José Vasconcelos, quien en 1958, ya muy cerca de morir, reveló que la expropiación la realizó Cárdenas con la aceptación y el apoyo de Estados Unidos. Pero además hay una confesión del que fuera embajador de México en Washington, Francisco Castillo Nájera, quien decía haber escuchado al presidente Franklin D. Roosevelt decir lo siguiente: bueno, ahora los ingleses nos van a necesitar porque están otra vez a punto de entrar en guerra con Alemania. Y realmente Inglaterra estaba en una gran desventaja e imploraban sin parar que EUA se pusiera de su lado. Hoy aceptamos como un hecho que EUA siempre estuvo del lado de Inglaterra. Pues no, no siempre fue así. Y EUA realmente sabía que tenía mucho con qué negociar para saber de qué lado ponerse. Entonces prácticamente Inglaterra se hincó ante EUA pidiendo ayuda. Uno de los puntos fue que Roosevelt se quejó de que el 70% de la inversión extranjera que entonces había en México era de Inglaterra, mientras que solo el 30% era de EUA. Decía: si apoyamos la nacionalización de Cárdenas, va a ser más fácil después quitarle el petróleo a los mexicanos que quitárselo a Inglaterra. Entonces se llevó a cabo la nacionalización. En el discurso público, Roosevelt se hacía el ofendido con la expropiación y las empresas americanas ponían el grito en el cielo. Pero luego incluso EUA le prestó dinero al gobierno de Manuel Ávila Camacho para pagar a las empresas petroleras. Entonces si realmente hubieran estado ofendidos hubieran reaccionado de una manera diferente.