Entrevista. AMLO: Centralismo, autoritarismo y fobias personales
jueves, 7 de enero de 2021
Entrevista. AMLO: Centralismo, autoritarismo y fobias personales
 

 

“Hoy vemos prácticas de un mayor centralismo, autoritarismo y muchas veces las fobias del presidente han marcado la supresión de programas emblemáticos de otras administraciones que si bien tenían algunos problemas, estos se pudieron haber corregido, pero prácticamente vino a dinamitar las instituciones”.

 

Por Sergio Ramos.

 

A dos años de iniciada la administración del presidente López Obrador, un primer corte de caja lo muestra como un mandatario que ha centralizado el poder, que ha mostrado indicios de autoritarismo y que, pese a todos los errores cometidos por su gobierno, conserva elevados niveles de popularidad.

 

Frente a Morena, señala Aníbal Gutiérrez, coautor del libro El Presidente (Grijalbo, 2020) todas las demás opciones partidistas se miran desorganizadas, sin líderes destacados, empantanadas frente al electorado por su mal historial, por lo que se corre el riesgo de que Morena se consolide como un partido hegemónico en las elecciones de 2021, a menos que la oposición logre construir una alianza fuerte que redistribuya el poder entre más ofertas políticas.

 

 

De Primera Noticias: ¿Qué balance hace del gobierno del presidente López Obrador en estos primeros dos años?

 

De entrada hay que reconocer que es un gobierno sin igual, con un presidente realmente popular, y con un soporte electoral muy importante. Esto provocó mucha expectativa en términos de su capacidad para gobernar y hacer cosas. Prácticamente tuvo toda la cancha libre para emprender distintos proyectos. Él mismo ha mencionado que su movimiento es una revolución, una cuarta transformación. Sin embargo, en el camino se ven algunos saldos que no acaban de convencer y la exclusión de algunos grupos, sobre todo en el terreno económico, con los que ha habido una ausencia de convocatoria para un trabajo conjunto real entre quienes invierten en el sector privado, la inversión pública y el respeto a las reglas que se han establecido para definir una participación conjunta en el crecimiento económico.

 

Con un gobierno federal tan apoyado en la figura de López Obrador, ¿cómo define su personalidad y de qué manera ha incidido en las decisiones que se han tomado?

 

Hay que reconocer que es un genio de la política que luego de enfrentar a los grupos más duros de las estructuras de poder en el país llegó adonde quería. Sin embargo, su fuerza, popularidad e inteligencia política están volcadas estrictamente al ámbito electoral, al ámbito político, y ha dejado de lado muchas otras cosas. Por su formación intelectual y por su origen tiene un gran apego a los grupos excluidos, rezagados, aunque se queda corto en su visión de cómo salir adelante y por eso es que para el combate a la pobreza retoma lo que aprendió en sus primeros años de trabajo en el sector público y de sus mentores políticos como Carlos Pellicer: asumir un compromiso con los pobres enfocado más que nada en la austeridad franciscana, más que republicana, para evitar dispendios y tratar de apoyar a estos sectores. Sin embargo, ha eliminado programas de atención precisamente a los pobres y se ha concentrado en las transferencias monetarias directas, pero no en una política integral que vaya más allá de eso. Hablando de su personalidad: lo que él cree es lo que es y es lo que se hace. No hay una interlocución con otros actores, ni siquiera con su gabinete, quienes simplemente están instrumentando sus creencias. Sin embargo, la conducción de las políticas públicas se quedan cortas, sin trascender en términos de instrumentos que a la gente le den capacidades, oportunidades o habilidades para que no dependan de las transferencias monetarias. La visión se queda corta y es lo que impone dada su personalidad. Hoy vemos prácticas de un mayor centralismo, en algunos casos autoritarismo, y muchas veces las fobias del presidente han marcado la supresión de programas emblemáticos de otras administraciones que si bien tenían algunos problemas, estos se pudieron haber corregido, pero prácticamente vino a dinamitar las instituciones.

 

Una de las características de este gobierno son las conferencias matutinas diarias, las cuales representan una oportunidad para marcar la agenda diaria pero también suponen un riesgo para el presidente porque se expone a preguntas para las cuales muchas veces ni siquiera tiene una respuesta.

 

Es una nueva estrategia de comunicación política en la que prácticamente es él frente a su auditorio, a su gente, desde donde sanciona o fustiga a quienes no están al cien por ciento con él. Este ejercicio lo ha llevado con éxito a monopolizar la discusión pública. Todo lo que se va a discutir en el día sale de esta conferencia mañanera y eso le ha permitido marcar agenda, mantener su presencia y de algún modo su cercanía con la gente y al mismo tiempo estar en campaña todos los días. Prácticamente es un ejercicio más de comunicación política que un ejercicio de gobierno que le ha funcionado para seguir manteniendo el 60% de aprobación. Pero es un ejercicio muy importante, inédito, que ningún jefe de Gobierno lo había hecho. Ahora, efectivamente, tiene ese riesgo de los errores, de las cosas ambiguas y muchas veces, en lugar de reconocer que no tiene la información precisa en determinados temas, se equivoca, cae en contradicciones y desdice a sus propios secretarios.

 

Al presidente López obrador le ha tocado esta explosión en las redes sociales, toda esta multiplicidad de voces y opiniones, este revuelo de la información no controlada por los medios tradicionales. Al principio él hablaba de las benditas redes sociales como uno de los factores que contribuyeron a su triunfo electoral. Ahora no estoy tan seguro de que siga opinando lo mismo de las redes.

 

En términos del ejercicio de comunicación, las redes sociales son importantes en la medida en que ahí sí no hay controles. Antes había todo tipo de controles, de chantajes o de contubernios. Pero aquí precisamente surge la capacidad de poder estar difundiendo información de manera anónima, o sin comprobar, y esto genera un descontrol en términos generales por así decirlo, de qué es cierto y que no lo es. Aquí el gran riesgo es que quien utiliza las redes para informarse ha perdido su capacidad para realmente ahondar en los temas y confirmar la veracidad de las cosas. Los gobiernos pueden utilizar a las redes para bombardear a quien quieran, para definir o crear una verdad alternativa frente a lo que realmente está pasando, pero al mismo tiempo, corren el riesgo de que por esas redes se difundan cosas que son contrarias a ellos, a sus intereses. Así lo hemos visto no solamente aquí, sino en todo el mundo, en Estados Unidos el presidente Trump quiso gobernar desde las redes pero se le revirtió, es un bumerang, es algo incontrolable, y precisamente hoy en la discusión en términos de comunicación hay algo que hace muchos años se manejaba: tener muchísima información de un mismo tema también puede conducir a la desinformación. Va a ser cada vez más difícil diferenciar lo verdadero de la mentira, lo que tiene sustento de lo que es malintencionado, entonces sí es un riesgo para todos los gobiernos y a veces sí lo han podido inducir en términos de sus famosas contrataciones de equipos que están atacando o reforzando la idea del gobierno en su momento, pero también se les puede revertir. Y hoy vemos que a veces se ha incurrido en linchamientos públicos a través de las redes, no nada más en la política, lo estamos viendo también en el acoso y en el llamado bullying, pero es un gran riesgo puesto que es algo que ningún gobierno ha podido controlar.

 

¿Por qué cree que no ha bajado la popularidad el presidente? ¿Puede más el desprecio hacia los otros partidos y políticos que los errores propios que ha cometido esta administración y las decepciones que haya podido generar en el electorado?

 

Exactamente, lo has definido muy bien, no hay alternativa frente a lo que este movimiento representa y lo que representa el presidente más popular de los últimos tiempos. No hay un personaje, ni grupos o partidos políticos que pudieran ser considerados como una alternativa para la gran mayoría de las personas. No hay voces, no hay líderes, todo está apagado, todo está callado. Y eso tiene que ver, en parte con La Mañanera, pero también con tantos años de estar en la palestra y en la discusión pública de nuestro presidente. En ese sentido vemos que hay también una bandera muy importante, que es la de la corrupción, que tanto daño le ha hecho al país y a sus instituciones, pero la manera como la maneja, y además esa idea del apoyo de miles de personas que sufrieron agravios en otras administraciones, que no fueron atendidos, más otro grupo de oportunistas que vieron que ahí estaba el carrito para llegar al poder y que se subieron, nos lleva a lo siguiente: la imagen del presidente, ante la mayor parte de la sociedad, es que se trata del único personaje que tuvo la capacidad de retar continuamente al poder. Es un tanto por así decirlo una figura tipo Cantinflas diciéndole hasta lo que no al riquillo aquel del monóculo en el ojo. Entonces eso pega y prende entre la gente donde hoy tenemos porcentajes muy altos de desigualdad, y esa imagen ligado a un discurso contra ese fenómeno lacerante de la corrupción hace que esa combinación prenda y tenga a mucha gente apoyándolo. Ahora, también hay un riesgo, si no hay resultados muchos van a quedar desencantados y enojados.

 

¿Considera que en las elecciones de junio de 2021 veremos la consolidación de Morena como un partido hegemónico o el poder se repartirá entre más ofertas políticas?

 

El problema es que frente a Morena todo lo demás está pulverizado. Si no hay una unidad frente al peso que hoy tiene Morena y el gran peso que le da el presidente, difícilmente van a poder arrancarle el poder o las curules o su capacidad de decisión. Me parece que la moneda está en el aire. Si la oposición logra finalmente una alianza fuerte, sobre todo en elecciones locales y regionales, podría tener algún avance frente a este gobierno. Tal vez a nivel de las entidades federativas donde vienen elecciones haya líderes locales que sí puedan jalar votos que no participen por el lado de Morena. Sin embargo, se ve muy complicado que efectivamente se logre quitarle esa capacidad de decisión que hoy tiene en los congresos locales.

 

¿El triunfo electoral de la oposición en Hidalgo y Coahuila no podría considerarse un indicio de lo que podría ocurrir?

 

Es probable, pero hay que recordar estos estados han tenido un perfil político muy marcado. Ahí prácticamente las fuerzas que acompañan a Morena siempre fueron minoría y en ese caso no pudieron romper eso. En los estados puede haber liderazgos locales que pueden mantener una fuerza importante sin necesariamente ser de Morena, es la alternativa que puede haber a nivel local, pero se requiere que haya una conjunción real de los actores políticos y que haya esta tradición de una presencia política ajena a Morena y a sus aliados. Por eso lo lograron en Hidalgo y Coahuila. Pero por otro lado, lo que tenemos el año que entra es que son muchas elecciones simultáneas que va a ser difícil controlar y van a poner en jaque a los institutos electorales. Por otro lado, lo que vimos tras el triunfo de la oposición en Hidalgo y Coahuila, fue que Morena volvió a cargar las pilas para poder recuperar presencia en todos los terrenos. Fue una lección para ellos en términos de no confiarse y de que tienen que hacer más, y ahí es donde precisamente veo que la oposición está en desventaja.

 

¿Qué opinión le merece Marcelo Ebrard? Él acapara el protagonismo entre todos los integrantes del gabinete incluso en temas que no deberían ocuparlo como la pandemia.

 

Me parece que desde un principio se vio que era de la gente con más experiencia, con una mayor formación y eso le ha permitido tener capacidad para sobrevivir a todos los grupos heterogéneos que forman el gobierno y a Morena mismo. Y toda esa experiencia le ha servido sobre todo para algo que los demás no han podido hacer: darle resultados al presidente. Ha tenido la capacidad de contener muchas de las decisiones que estaba tomando Estados Unidos, darles alguna salida, capotear más o menos el asunto. Internamente ha logrado sobrevivir a todas las tribus del partido, a las fuerzas más radicales dentro de Morena que quisieran que él no estuviera ahí. Esos han sido sus retos: moverse entre los grupos radicales de Morena que no lo quieren y sortear las amenazas del gobierno de Estados Unidos. Es, sin duda, un personaje con trayectoria, con historia y que regularmente le ha sido muy útil al presidente. Es una carta fuerte para los no radicales del movimiento que puede darle continuidad a la oferta de este gobierno.

 

 

 

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