El Fentanilo: La droga que ha desplazado a la heroína
jueves, 21 de enero de 2021
El Fentanilo: La droga que ha desplazado a la heroína
 

 

El fentanilo es la droga del presente y del futuro. En unos cuantos años ha desplazado a la heroína como el principal opiáceo que se produce y exporta a Estados Unidos. En México ha desatado una escalada de violencia pues los dos principales cárteles, el de Sinaloa y el de Jalisco Nueva Generación, buscan controlar el tráfico y las rutas hacia el norte.

 

 

 

Por Redacción De Primera Noticias.

 

 

 

El 10 de abril de 2019, en una vivienda ubicada en la esquina de avenida Parque Central y De Los Bosques, en la colonia Lomas de San Isidro, fue localizado por primera vez en Culiacán un laboratorio clandestino para la producción de la droga conocida como fentanilo.

 

 

De acuerdo con la versión de la Secretaría de Seguridad Pública, elementos de la Policía Estatal Preventiva y del Ejército Mexicano realizaban un recorrido de vigilancia cuando fueron agredidos a balazos por los ocupantes de una motocicleta, los cuales se introdujeron en el domicilio para luego huir por una puerta trasera.

 

 

En la cochera los agentes encontraron utensilios usados generalmente en laboratorios clandestinos, además de que notaron un intenso olor a químicos, por lo que solicitaron una orden de cateo a la Fiscalía General del Estado, con la cual pudieron ingresar al domicilio donde encontraron precursores químicos para la producción de drogas sintéticas, concretamente, para la elaboración de fentanilo.

 

 

“Se trata de una sustancia nueva, poco conocida, y es el primer laboratorio que se localiza en el estado de Sinaloa de este tipo de características. El fentanilo es una droga sumamente peligrosa, esta droga es una potencializadora de la heroína y está asociada al tratamiento de cáncer y otras enfermedades que generan mucho dolor. Es 80% más potente que la morfina y obviamente genera una gran adicción”, señaló el secretario de Seguridad Pública, Cristóbal Castañeda Camarillo, en un comunicado.

 

 

A partir de 2015 el fentanilo empezó a desplazar a la heroína como la principal droga opiácea que se envía desde México a Estados Unidos. En 2017, la sobredosis por los opiáceos provocó 70 mil 237 muertes en el país vecino, es decir, un promedio de 192 muertes diarias. Su auge generó una crisis de los cultivos de la adormidera en estados como Guerrero y Jalisco, donde hay comunidades enteras que viven de la siembra de la amapola.

 

 

De venderse en 25 mil pesos el kilo de resina de opio, ahora se vende en 4 mil pesos. La caída en los precios de la heroína generó una escalada de violencia en dichas comunidades con la conformación de grupos delincuenciales que empezaron a incursionar en otras actividades.

 

 

El fentanilo, dicen analistas en temas de seguridad, es la droga del presente y del futuro. Actualmente se comercia en el 70% del territorio estadounidense y se usa tanto en el comercio legal con analgésicos y anestésicos de venta en farmacias con receta médica (Actiq, Duragesic y Sublimaze, son sus principales presentaciones), como en el mercado ilegal en forma de tabletas o polvo, mezclado con otras sustancias (manitol, taurina, inositol y lactosa, sobre todo) para eliminar su pureza y multiplicar las ganancias de los traficantes.

 

 

Es 50 veces más potente que la heroína. 2 miligramos de fentanilo representan una dosis letal para un adicto de menos de 100 kilos de peso. Una tableta debe contener entre 0.5 y 1.5 miligramos de la sustancia. Cada kilo de fentanilo puro produce 20 kilos de pastillas. La utilidad por su venta en Estados Unidos alcanza hasta un millón 920 mil dólares por cada kilo de pastillas. La heroína, en cambio, genera ganancias por hasta 80 mil dólares por kilo. Esa es la diferencia del negocio entre ambos opiáceos y la razón por la cual tanto el Cártel de Sinaloa como el Cártel Jalisco Nueva Generación se están especializando en la producción y distribución del fentanilo.

 

 

El hidrocloruro de fentanilo procede principalmente de China. Del puerto de Qingdao, al este del país asiático, salen todos los días decenas de barcos con destino hacia los puertos de Manzanillo (Colima), Lázaro Cárdenas (Michoacán) y Mazatlán (Sinaloa). También se han detectado cargamentos de fentanilo en embarcaciones detenidas en los puertos de Veracruz y Tuxpan. Sin embargo, la ruta del Golfo está dedicada sobre todo a la cocaína y la marihuana. Es la ruta del Pacífico la más importante para las metanfetaminas y el fentanilo.

 

 

Al puerto de Manzanillo, por ejemplo, llegan dos millones de contenedores anuales procedentes de China y Corea del Sur. Debido a que los paquetes con fentanilo son de apenas 10 o 20 kilogramos, resultan casi imposibles de detectar. En el puerto de Mazatlán se mueve mercancía procedente de Japón (autos, sobre todo), Bélgica, Gran Bretaña, Chile, Brasil, Turquía y China, país del cual llegan a México principalmente fertilizantes.

 

 

Sin embargo, esas mismas embarcaciones que traen a México mercancías legales, también llevan consigo los precursores químicos, los cuales, en algunos casos, son arrojados al mar, cerca de las costas, para que sean los “lancheros” o pescadores locales contratados por el crimen organizado, quienes las recuperen y las lleven a tierra, sin necesidad de pasar por ninguna revisión federal. Ya en tierra, el Cártel de Sinaloa recoge los paquetes y estos comienzan a ser distribuidos en los municipios o comunidades donde se ubican los narcolaboratorios para la producción del fentanilo.

 

 

Los principales laboratorios de fentanilo que se han descubierto en México han estado ubicados en Culiacán o en los alrededores de la capital sinaloense, los cuales son dirigidos por los hijos de Joaquín “El Chapo” Guzmán, sobre todo por Ovidio Guzmán Salazar y por Iván Archivaldo Guzmán, señala el periodista Jorge Fernández, autor del libro La Nueva Guerra: Del Chapo al Fentanilo (Grijalbo, 2020).

 

 

“El primer laboratorio importante de los últimos tiempos que fue descubierto en Culiacán lo manejaba Li Chun Chiang. Las autoridades pensaban que era un químico, un especialista chino, pero en realidad venía de Taiwán y tiene nacionalidad mexicana. Este hombre trabajaba en un pequeño laboratorio, en comparación con los grandes laboratorios de metanfetaminas, donde se producía una gran cantidad de productos derivados del fentanilo, básicamente ampollas, pastillas y polvo de fentanilo. Su detención ocurrió el 9 de mayo de 2019”, señala Fernández.

 

 

Tras esta detención comenzaron a descubrirse otros laboratorios para la producción de fentanilo. El 31 de mayo de 2019 se localizó un tercer laboratorio, ahora en Guamúchil, manejado por Édgar Urquídez Acuña, según informó la Secretaría de la Defensa Nacional.

 

 

Poco después se localizó otro más, de nuevo en Culiacán, manejado por una persona que dijo llamarse Alberto Martínez Zambada, detenido el 14 de agosto de 2019, dos meses antes del Culiacanazo.

 

 

“Todos estos decomisos relacionados con laboratorios en Culiacán fueron entre mayo y agosto. Hay un dato fundamental que permite explicar muchas cosas que ocurrieron luego en esa ciudad: todos esos laboratorios, sus operadores, sus químicos, los manejaban dos jóvenes: Iván Archivaldo y Ovidio Guzmán, comandados por el primero. Ellos son los que manejan los laboratorios de fentanilo en Culiacán, lo cual explica cómo llegaron las fuerzas militares a Ovidio y la movilización del cártel cuando se intentó detenerlo”, señala el periodista.

 

 

El tráfico de fentanilo, asegura, ha cambiado toda la geografía del narco pues los requerimientos para su traslado son completamente diferentes a los usados para traficar con cocaína, heroína o marihuana.

 

 

“La operación del narcotráfico en torno al fentanilo va a provocar cambios enormes en el crimen organizado: se necesita poco para producirlo, las ganancias son enormes, las posibilidades de traficarlo son muchas porque es muy sencillo hacerlo ingresar al otro lado de la frontera, los narcotraficantes necesitarán menos gente, pero más especializada, y tendrán mayores utilidades”, denuncia.

 

 

Esa situación, lamenta, provocará que cientos de personas involucradas en el narco  tendrán que financiarse con otras actividades delictivas como el secuestro, la extorsión y el robo, lo que sin duda contribuirá al aumento de la violencia sobre todo en las grandes ciudades, por lo que el panorama para México con el cambio de consumo en Estados Unidos, podría generar un nuevo problema para el gobierno.

 

 

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